La protagonista de ‘Solas’, ‘Se quien eres’ o ‘You’re the One’, entre otras muchas películas, participa el lunes 25 de noviembre en Los Oficios del Cine.

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23 Nov 2019
Juan Antonio Bermúdez
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Ana Fernández es historia muy viva del cine andaluz y español. Su deslumbrante papel protagonista en Solas (Benito Zambrano, 1999) marcó el primer gran hito de su trayectoria y fue decisivo en el éxito de una película trascendental en el despegue del cine andaluz que disfrutamos en las dos décadas siguientes. Pero además hemos podido verla en muchos otros títulos, como You’re the One (José Luis Garci, 2000), En la ciudad con límites (Antonio Hernández, 2002), Hable con ella (Pedro Almodóvar, 2002) o Los niños salvajes (Patricia Ferreira, 2012). Y en televisión y sobre las tablas de muchos escenarios.

El lunes 25 de noviembre estará con nosotros en Los Oficios del Cine, en una nueva jornada dedicada a la interpretación, una actividad con asistencia gratuita (previa inscripción aquí). Y antes hemos querido conocerla algo mejor en esta entrevista.

 

¿Soñabas ya de niña con ser actriz?

Desde mi primera infancia jugaba a crear personajes. En mi pueblo [Valencina de la Concepción, Sevilla] no había cine y al teatro me llevaron más tarde, pero desde muy pequeña veía la televisión y esa caja me encantaba. Muchos de los recuerdos que tengo de entonces son de las películas de televisión. Y luego yo recreaba lo que veía, claro, lo adaptaba a mi manera. Por ejemplo, hacía que las protagonistas de los western fueran mujeres. Le ponía faldita a los indios con los que jugaba mi hermano. Recrear historias es lo que más me gustaba hacer. Eso y pasear por el campo, porque me gustan mucho las flores. Son las dos cosas con las que recuerdo disfrutar más de niña.

 

¿Y en qué momento dejaste de verlo como un juego para planteártelo como un oficio?

Pues tuvo que ver mucho lo que nos ocurrió un verano, cuando tenía 17 años. Íbamos mucho a una discoteca muy bonita que había en mi pueblo, con jardín y piscina. Juan Fernández era el disc jockey. Un verano se nos ocurrió montar allí una obra de teatro en las fiestas. Y elegimos La casa de Bernarda Alba, con la osadía que da la juventud. Y con mucho desconocimiento también, claro. De las cinco hermanas de la obra original, nosotros nos quedamos con tres. Y Juan Fernández era la Bernarda. La hicimos para los amigos y la gente que iba a la discoteca, pero dio la casualidad de que estaba por allí el que llevaba el Área de Cultura de la Caja de Ahorros San Fernando. Nos contrataron para hacer un montón de bolos por toda la provincia de Sevilla. Y luego ya montamos para ellos otras obras de los Álvarez Quintero, de Muñoz Seca…

 

Pero además de ese comienzo profesional un poco azaroso, ¿te formaste como actriz?

Sí, a partir de esos bolos que hicimos con La Casa de Bernarda Alba, yo decidí tomármelo muy en serio. Y estudié en la Escuela de Arte Dramático, en Sevilla. También hice tres años de Historia del Arte, pero terminé dejando esa carrera por dedicarme a la interpretación.

Yo me muevo en este oficio por pasión. Es un regalo trabajar en algo que te apasiona y te llena. Pero es también un oficio muy duro. Por eso, aunque yo dejase la carrera de Historia del Arte, recomiendo formarse en otras cosas también, seguir aquello que te interese. A mí hay muchas cosas que me gustan, por ejemplo la antropología. Y en los momentos en los que en la interpretación te llega el desánimo, es importante tener otras cosas que te apetezcan o te interesen.

 

Aquella niña que estaba fascinada por la caja de la tele, terminó trabajando dentro, por ejemplo como presentadora del tiempo en Canal Sur. ¿Fue eso lo primero que hiciste en televisión?

No, hice otras cosas antes. Por ejemplo, grabamos el Tenorio para el primer y único espacio dramático que tuvo Canal Sur, algo que pudo haber sido como el Estudio 1 pero no llegó a cuajar. Fue un Don Juan Tenorio dirigido por Manuel Martín, con Mariano Peña y Pedro Casablanc, que hacía el comendador. Y con Juan Fernández como Don Juan y yo como Doña Inés. Lo estuvimos haciendo precisamente en la Sala Chicarreros, en Sevilla, durante tres años, y de ahí surgió la posibilidad de filmarlo para televisión.

Y trabajé también en un programa que se llamaba La Fuga del Tiempo, un proyecto malagueño, con Antonio Meliveo, que luego haría la música de Solas. Era una serie juvenil que planteaba viajes en el tiempo para explicar la historia de forma amena. Ah, y también hice un programa religioso, pero ahí duré poco, porque me costaba ceñirme al guion [risas] y me invitaron amablemente a irme.

Y durante muchos años, para los andaluces eras la chica que anunciaba el sol y los chubascos…

Sí, fui varios años presentadora del tiempo en Canal Sur. Y también hice mucho doblaje en esos años. Le estoy muy agradecida al doblaje por haberme permitido ganarme la vida durante un buen tiempo.

 

Pero tu carrera dio un vuelco con Solas (Benito Zambrano, 1999), por la que ganaste el Goya a la Mejor Actriz Revelación.

Yo había hecho ese mismo año otra película, Yerma, con Pilar Távora. Y estaba muy contenta porque en montaje habían respetado un primer plano que me habían rodado. Pero el de Solas no solo fue mi primer personaje protagonista, sino también mi primer personaje potente en cine. Y luego, claro, todo lo que pasó con la peli me abrió muchas puertas.

Pero sería muy injusta si no valorara también otros personajes que me han confiado otros directores y directoras; he podido hacer personajes femeninos muy interesantes, afortunadamente.

 

¿Cómo has vivido desde tu experiencia este despegue del cine andaluz que se ha dado en las últimas dos décadas, con el detonante del éxito de Solas?

La verdad es que después de rodar con Benito Zambrano en Solas, no he participado en tantas películas andaluzas. Con los nuevos realizadores no he tenido la suerte de trabajar, pero sí en algunas coproducciones.

De todas formas, creo que esto ya es imparable. Ya sí se puede hablar de cine andaluz y hay una industria, dentro de lo que mueve el cine en el país en general. Hay unos realizadores que tienen un punto de vista y una mirada maravillosa. Acabo de ver Adiós [de Paco Cabezas] hace dos días y estoy conmovida. Hay pocas directoras, eso sí, como ocurre en general, pero por ejemplo me encantó el año pasado el primer largo de Celia Rico, Viaje al cuarto de una madre.

 

¿Esa carencia de directoras que apuntas crees que incide también en que haya pocos papeles femeninos protagonistas? ¿De dónde puede venir la solución para eso?

Supongo que lo importante precisamente es que haya más productoras, guionistas y realizadoras mujeres. El que no haya apenas papeles femeninos protagonistas, sobre todo a partir de una cierta edad, es darle la espalda a la realidad. Las mujeres, a partir de los 40 años, tenemos muchas historias que contar a nivel personal. Y a nivel profesional, una actriz con esa edad está mucho más madura. La experiencia es un valor añadido, no algo negativo como parece que se considera a veces.

Acabo de hacer una película que se llama Abuelos que habla de eso, de cómo se cierran las puertas a partir de cierta edad, la sociedad te da la espalda. Es una película con protagonistas hombres, pero lo que cuenta nos vale a todos. Te quedas sin trabajo a los cincuenta y tantos años y ¿qué haces? Es duro.

Ana Fernández en un fotograma de 'Sé quien eres'

Ana Fernández en un fotograma de ‘Sé quien eres’

Desde tu experiencia en el teatro, el cine y la televisión, ¿cuál es tu territorio favorito?

Lo primero que me debe resultar atractivo de un trabajo es la historia. Y luego el personaje que me hayan confiado, claro. Los medios son diferentes, cada uno tiene una manera de trabajar, pero a la hora de elaborar el personaje no siento que haya tantas diferencias. Nunca he estado en una serie diaria, que sí supongo que requiere una manera diferente de hacer las cosas; pero en las series semanales o en las tv movies que he hecho, he trabajado los personajes igual que en el cine. Y en teatro la diferencia es que para llegar al personaje el proceso es más largo, casi te diría que se termina haciendo con el público ya, con las funciones. Pero a la hora de trabajarlo, de estudiarlo o de profundizar en él, el proceso de búsqueda es muy parecido.

Viendo en perspectiva toda tu trayectoria, ¿te sientes especialmente satisfecha de algún proyecto?

Yo te diría que de La Mari, porque además es una mujer andaluza fuera de los tópicos. Es el personaje de televisión en el que más me impliqué desde el guion, es un personaje precioso, una mujer con una gran capacidad de crecimiento, una superviviente, una mujer curiosa.

En cine tengo muchas películas por las que siento debilidad, además de Solas. Sé quién eres [Patricia Ferreira, 2000], por ejemplo, para mí fue muy importante. Después de Solas me llegaban propuestas para personajes muy parecidos y el de Sé quien eres me situaba a nivel actoral en otro punto: es una psiquiatra en una historia que va por otros derroteros, un thriller.

Estoy muy agradecida a muchas películas en las que han confiado en mí. En la ciudad sin límitesMorir en San Hilario, una película de Laura Mañá que a mí me encantó hacer; You’re the one y las otras películas con Garci o la participación que tuve en Hable con ella, de Almodóvar.

Y en teatro también hay personajes que me han enamorado, claro. Ahora estoy con dos proyectos: La culpa y El lunar de Lady Chatterley. Este último, especialmente, es mi debilidad, porque además me he involucrada personalmente como productora.

 

¿Qué podrías decirle a alguien que está pensando en dedicarse a la interpretación pero puede sentir el vértigo de afrontar un oficio duro e inestable?

Si te mueve la pasión, nadie te va a parar. Se tiene que arriesgar desde el disfrute. La interpretación es un oficio muy lindo que te lleva a estar implicado desde tu yo más profundo. No solo se requiere formación académica, sino estar muy abierto a todo lo que es la vida: a ser curiosa, a ponerte en el lugar del otro… Yo creo que nuestro oficio hace (o al menos debería hacer) que nuestro sentimiento de empatía se agudice. Y eso te lleva a un crecimiento personal más profundo. Pero al mismo tiempo hay que tener otras cosas que también te enamoren y a las que también puedas ponerles energía.

 

Ante todas las posibilidades que te ofrece la actuación, ¿qué personaje te gustaría hacer?

Pues muchísimos. En el cine clásico, por ejemplo, hay muchos papeles de hombres que me gustaría haber hecho a mí. Por ejemplo, el protagonista de Matar a un ruiseñor. Y los personajes históricos me fascinan. Creo además que en este país tenemos una historia muy rica y que aún no se ha abordado desde el cine de una forma crítica tanto como debería hacerse. Hay películas que han alardeando de la España heróica, pero creo que hay que hacer muchas más películas sobre lo que somos y de donde venimos y por qué estamos ahora como estamos. Y de la historia reciente por supuesto. Hacemos muy poco cine sobre lo que está pasando.

Ana Fernández en 'Cara sucia', una producción argentina de Gastón Gularte que es uno de sus trabajos más recientes para cine

Ana Fernández en ‘Cara sucia’, una producción argentina de Gastón Gularte que es uno de sus trabajos más recientes para cine

Pero luego algunos dicen que el cine español hace demasiadas películas sobre la guerra civil.

Eso es una falacia y no se dice de forma inocente. Es igual que lo que ocurre ahora con el feminismo, toda la manipulación que se hace del término. Parece que hay que excusarse por ser feminista. Yo no me excuso. El feminismo es un término que no puede tener un significado más lindo: la lucha por la igualdad. Pues igual pasa con la guerra civil. Siempre están los del miedo a remover, a reabrir. Precisamente lo que creo que hay que hacer es tratar esos temas de forma crítica y profunda. Si seguimos sin querer afrontarlos, este país nunca va a seguir adelante desde un lugar hermoso de reconciliación y de respeto. Nunca vamos a aprender a ponernos en el lugar del otro.


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