¿Qué comen los dragones? (Saturno Films) es el segundo trabajo profesional del cordobés Álvaro León, tras recoger más de una decena de premios con el cortometraje Origami. En esta ocasión, nos presenta un drama con toques fantásticos, basado en una historia real y personal del autor, que nos invita a vivir con los ojos de Bernabé (Alejandro Escamilla) una leyenda familiar en la que nos adentramos en las montañas en busca de un dragón que se enfrenta al hambre y al olvido.
Una maravillosa historia que solo necesita 13 minutos para hacerse con el corazón del espectador, y que le valió cuatro galardones en la última edición de Rodando por Jaén. Su narrativa y desarrollo desvelan la sensibilidad y formas de este creador andaluz con el que hemos hablado sobre su experiencia en el certamen.
¿Qué ha supuesto para vosotros Rodando por Jaén?
El impulso definitivo para rodar una historia que llevaba siete años en mi cabeza, tal y como la queríamos hacer. Me llamó la atención que fuese un certamen en el que se nos ayudaba con el alojamiento, con el rodaje y en el que se nos ofrecía un escaparate maravilloso para mostrar ¿Qué comen los dragones? Pablo Berger, Puy Oria y Montxo Armendáriz, que han sido nuestros tutores; y Enrique Iznaola (coordinador del concurso) nos han orientado hacia algo más profesional. Si lo hubiésemos hecho por nuestra cuenta, también habríamos realizado un buen trabajo, pero había ciertos detalles que estaban sin pulir. También nos han facilitado la producción y todo lo que conlleva un rodaje. Estoy muy agradecido al equipo, formado por amigos y compañeros de la carrera, y a la labor de los actores que me han acompañado en todo el proceso.
En el festival, escogen los proyectos según una propuesta inicial. ¿Tuviste que modificar mucho el guion original?
No, lo que quería contar está todo ahí y se ha mantenido. Lo que modificamos en guion y en montaje fue la manera de contarlo, algo que tiene que ver más con los recursos de montaje, la forma de dividir el cuento, el cambio a la hora de realizar la escena… Trabajé este corto como si fuese un truco de magia, como un misterio que se va fraguando, con un final cerrado. La historia se cuenta a través de los ojos del niño protagonista con esa inocencia y el pacto con la fantasía.

¿Te dio vértigo afrontar el proyecto?
Sí, siempre da algo de vértigo. Lo quería hacer en tercero de carrera, pero con 19 o 20 años tienes mucha motivación, pero no estás suficientemente preparado para afrontarlo. En Rodando por Jaén, arropado por un buen equipo alrededor, me sentí preparado para hacer algo más grande. Durante el proceso de creación y montaje, que ha sido un quebradero de cabeza, estaba muy preocupado en que se entendiese el mensaje, en que no fuese pesado… Lo que cuento es una historia personal y real y quería transmitirlo fidedignamente.
¿Cómo fue el proceso de escoger al actor que da vida a Bernabé (Alejandro Escamilla), niño protagonista de esta historia?
Hicimos un casting en Córdoba y Sevilla, al que se presentaron unos 36 niños y fue complicado. Es difícil decirle que no a un niño; duele. Creo que acertamos porque Alejandro lo hace increíble.
¿Y el de contar con actores como Salva Reina (Manuel), Cristina Mediero (Sara) y Vicente Vergara (Fermín)?
A Cristina, Vicente y Salva los contacté por privado. Con Salva y Vicente, en concreto, me puso en contacto Enrique Iznaola, y al comentarles la historia les gustó desde el principio. Vicente me dijo: «Me gusta la historia, pero más lo que transmites cuando la cuentas». Les estoy muy agradecido por su trabajo.
Castillo de Locubín es el escenario principal de la historia. ¿Os sorprendió encontrar una localización que respondiese a las exigencias del guion?
Nos dieron a escoger entre unas 20 localizaciones de la provincia de Jaén, pero nos vimos limitados, porque necesitábamos la cueva del dragón, montañas y bosque. Nos quedó Castillo de Locubín. Tuvimos mucha suerte porque nos encantó el paraje una vez que fuimos a localizar; era más bonito de lo que imaginamos. Parecía un bosque mágico. En el primer plano, aparecen un arcoíris y como unas partículas de algodón, y es que realmente era así. Nos fascinó hasta el punto de que, cuando visitamos la cueva por dentro, nos dio igual cambiar el guion: ¡Teníamos que grabar dentro!

También es destacable la labor de caracterización de los actores protagonistas, que nos sitúan perfectamente en el contexto histórico.
Era la primera vez que nos aventurábamos a hacer algo de época. Nos daba miedo, pero nos documentamos en archivos históricos y contactamos con asociaciones. Trabajamos también con el departamento de Arte, donde Andrea Alemañy y Ainhoa Carnicero me presentaron un dossier de cómo deberían ser las cosas.
¿Qué premio te ha hecho más ilusión?
¡Todos! Destacaría el premio a Mejor Actor para Salva Reina. Se lo merece, es un gran profesional. Cuando grabamos la escena final, que es cuando un intérprete tiene que hacerse grande y transmitir todo, lo hizo en dos tomas; fue una ayuda enorme. Estoy agradecido a su trabajo. Es maravilloso que una persona con tanto peso en la industria audiovisual forme parte de tu corto, confíe y se preste a trabajar solo porque le gusta la historia y hacer cine. También, el de Dirección de Producción, para Rubén Coro y Noelia Muñoz, que siempre hacen la producción con nosotros y realizan un esfuerzo enorme, que pocas veces se valora porque no es algo tangible. Ha sido una forma de darles su lugar.
Rodando por Jaén tiene una entrega de premios divertida y emotiva. Celebráis, con una lluvia de aplausos, cada galardón.
Hemos hecho una piña y nos hemos cogido mucho cariño. Tenía muchas ganas de que llegase el momento y ver los proyectos de todos. Lees los guiones, hablas con ellos, ves cómo se desarrolla el rodaje… No es tu corto, pero los has visto crecer y te alegras de que salga bien. Cada premio se celebra como si fuese tuyo porque acaban siendo tus amigos. Disfruto más del compañerismo que de la competencia.

¿Cuál es el siguiente paso?
Aunque tenemos en desarrollo el largometraje ¿Qué comen los dragones? Actualmente, estoy inserto en la escritura de un guion totalmente nuevo que tendrá los elementos que caracterizan a mis cortometrajes. Me siento muy motivado porque me han empujado a ello desde muchos frentes. Igualmente, aunque prefiero dirigir y guionizar mis propias historias, no me importaría llevar a cabo la dirección de historias de otras personas. Quiero dedicarme al cine. Aunque no es fácil cuando eres una persona joven y lo tienes que hacer todo con tus propios medios.
¿Qué mejorarías en la industria del cortometraje?
Un cortometraje es caro; se agradecen mucho las ayudas, pero siempre se quedan cortas cuando quieres obtener un buen resultado. Si no hay dinero o tiene que salir de tu bolsillo, y no hay nada en él, pues no sale. Hay que mejorar las condiciones en general y la confianza en los jóvenes, ya que sin ellas no hay inversión y no se puede llevar a cabo en unas condiciones dignas para todo el equipo y con un resultado profesional. Muchos cortometrajes no llegan a ese nivel, no porque no quieran, sino porque no pueden. Queremos contar historias, pero es tan complicado…



















