Adiós resultó ganador del certamen jienense, que este año ha celebrado su duodécima edición. El cortometraje, escrito por Álvaro G. Company, que comparte dirección con Mario Hernández (Treguas), obtuvo además el premio a mejor actriz –concedido ex aequo a Ane Gabarain y Manuela Vellés– , y mejor montaje

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8 Nov 2024
Mercedes Utrera
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¿En algún momento llegamos a perdonarnos por los errores que hemos cometido? Es la premisa que sostiene el argumento de Adiós, el cortometraje de Álvaro G. Company y Mario Hernández, en clave de drama social, premiado con el máximo galarón de la 12º edición del festival Rodando por Jaén.

Narrado en plano secuencia y con uso de pantalla partida, el relato muestra una tarde, en un parque, en la que Elena (Manuela Vellés) y Ángela (Ane Gabarain ) se verán obligadas a enfrentar sus propios demonios internos mientras buscan sanar las heridas del pasado y encontrar redención por un único motivo: el bien de Carmen (Carla Cañana).

Y sobre la originalidad del formato narrativo, la sobresaliente interpretación de las actrices protagonistas y  la crudeza del relato, hemos hablado con Álvaro G. Company, uno de los directores del cortometraje.

No es la primera vez que participas y ganas Rodando por Jaén. ¿Qué significa para ti que tu trabajo haya obtenido el máximo galardón del festival?

Es la tercera vez que me presento y las tres veces hemos tendio la suerte de resultar vencedores: en el año 2017 con Irreversible y en el 2021 con Bien, bien. Ambos cortos han tenido un recorrido muy importante tras el certámen. En el caso de Adiós, que está producido por Grupoidex, este galardón supone el inicio, queremos llevarlo a algo más, ya que el premio incluye la distribución lo que, por lo menos, augura que nuestro trabajo va a tener una buena difusión. Si no hubiese existido Rodando por Jaén, probablemente, esos cortos no se hubiesen hecho y, por tanto, yo no habría crecido ni habría podido contar esas historias; el festival ha significado mucho a lo largo de mi carrera. Le estoy muy agradecido, también, a Enrique Iznaola, como organizador del mismo. Es un concurso que brinda una gran oportunidad a las personas que quieren iniciarse en hacer un corto y no tienen recursos para hacerlo.

¿En qué momento decides que quieres ser cineasta?

Siempre me ha encantado el cine y me he refugiado en él, lo he amado con todas mis fuerzas y ha sido mi pasión desde niño. Fue un camino natural. Quería estudiar psicología o arquitectura pero un día mi padre me llamó para decirme que se podía estudiar cine; algo que yo no sabía porque para mí era algo idílico, algo con lo que soñar simplemente. Vendí mi videoconsola, me compré una cámara de vídeo y rodé un corto que consiguió un premio, lo que me proporcionó una beca para estudiar en la Ciudad de la Luz (Valencia). Y, al final, me he terminado dedicando al mundo audiovisual. Lo que me da de comer es la publicidad pero estoy intentando forjar una carrera en el mundo del cine y espero algún día poder dedicarme enteramente a ello.

¿Adiós nace con la intención de enviar un mensaje o el argumento responde a otras motivaciones?

Tiene otras motivaciones porque realmente surge de la observación del mundo que te rodea, como la mayoría de cortos que hago. En este caso, sí queríamos lanzar una reflexión porque cuando sucede cualquier hecho o cometes un error en tu vida, muchas veces, tendrás más o menos razones dependiendo del punto de vista desde el que lo mires, y eso es lo que queríamos transmitir. A lo largo de nuestra vida, todos cometemos errores y algunos los podríamos pagar eternamente pero depende de quién lo mire y para quién sea el error. En el caso de Adiós, es para la hija del personaje que interpreta Manuela Vellés que a su vez es la nieta del personaje que interpreta Ane Garbarain. No hay un antagonista ni un protagonista, no hay un personaje que tenga más razón que el otro. Las dos están cometiendo ciertos fallos, una en el presente y otra en el pasado, y ambas buscan enmendarlo aunque el camino sea difícil. Al final, el corto habla de a lo que te lleva el mundo de la drogodependencia, las consecuencias que puede tener y el cómo una familia las enfrenta, algo que es bastante duro.

¿Te interesa más contar dramas sociales?

Tengo dos tipos de cortos. Los que están basados en ideas propias, que suelen ser dramas y tratar temáticas de índole social como el bullying (Irreversible), el acoso sexual (Bien, bien), la violencia sexual intrafamiliar (Fin).  Y acabo de estrenar uno que versa sobre la soledad de las personas mayores que se titula Maruja, que ya ha obtenido doce selecciones y dos premios (Premio a Mejor Corto Nacional en Microcine de Montilla y Premio a Mejor Corto de Ficción en FICMA Salamanca). Pero, también, tengo otra rama de trabajos que codirijo que van en la línea de la comedia pero siempre tienen componente social.

El guion los has escrito tú pero compartes dirección con Mario Hernández. ¿A qué responde esa decisión?

Decidimos mostrar lo que sucede en dos pantallas para contar la misma historia desde dos puntos de vista distintos. Entonces, era muy interesante que se contase lo mismo desde la perspectiva de cada director. Cada encuadre y cada actriz tiene un director distinto y trabaja paralela a él, que es como lo hicimos. Cuando cortábamos la toma, cada uno trabajaba con su actriz. Yo me encargué del personaje que interpreta Manuela Vellés y Mario, del de Ane Garbarain.

El cortometraje es un plano secuencia, que divide en dos la pantalla, una para cada personaje. ¿Este formato está al servicio de lo que se cuenta?

La forma en que está rodado fue algo que teníamos decidido desde el principio, por esa razón quise contar con Mario. Y, al final, hicimos la historia nuestra por ambas partes. Creo que es un acierto y, bajo mi punto de vista, aporta mucho al relato. Es una manera diferente de narrar, en la que no contamos tanto con el plano en sí sino con el formato, y que nos ayuda a separar a los personajes o a acercarlos en determinados momentos. Es una manera narrativa distinta que le da mucho al corto.

El trabajo de Ane Gabarain y Manuela Vellés, como actrices protagonistas, también ha sido premiado. Sus interpretaciones emocionan y derrochan verdad. ¿Cómo fue rodar con ellas?

Ha sido estupendo. Sentimos que eran ellas mismas. El 80 % del éxito de un cortometraje o una película es hacer un buen casting y saber quién encaja en el papel y quién no. Fue muy bonito escuchar la primera lectura de guion. Manuela vive en Barcelona y Ane en San Sebastián, por eso no la pudimos hacer en persona sino por videollamada; algo que siempre es mucho más frío. Sin embargo, en esa primera toma de contacto se nos erizó el vello a Mario y a mí, nos miramos y sentimos que habíamos acertado al cien por cien. Entendieron sus personajes plenamente y los llevaron a su terreno de una manera preciosa. Creamos un vínculo maravilloso. Recuerdo que, cuando terminamos de rodar, Manuela nos dijo que llevábamos solo 48 horas juntos pero que era como si nos conociésemos de toda la vida. Fue algo muy especial porque no siempre se consigue. Esa química al final traspasa la pantalla porque hace que esa comodidad se transforme en verdad y así pueden trabajar su papel con naturalidad y con libertad.

¿Teníais claro que ellas eran idóneas para materializar los personajes?

Como pasa siempre, tanteamos varias opciones pero realmente sí que fueron ellas casi desde el principio. Al final se trata de que el casting sea un acierto. Cuando pensamos en Manuela y Ane juntas, nos dijimos “es esto, son ellas”.

En el trío de actrices protagonistas no podemos dejar de mencionar a Carla Cañana, que a pesar de ser una niña, también realiza una interpretación sobresaliente. ¿Era consciente de la dureza de la historia que cuenta Adiós?

Carla es una niña inteligentísima. La temática del corto pone de manifiesto la vulnerabilidad de los menores, que son los que más sufren todo lo que ocurre a su alrededor. Cuando trabajas con menores siempre los sueles dirigir haciendo que sientan emociones parecidas a las de su personaje, cuando son cosas duras, y así pueden entender esos sentimientos. Pero siempre acabas haciendo la pregunta de: “¿Sabes lo que ocurre?” o “¿Para ti qué es lo que ocurre en el corto?” Y Carla lo entendió perfectamente. Igualmente, ante la pregunta “¿Y tú qué sientes sobre que tu madre sea así?”, ella contesto que  sentía “rabia”, que le daría mucha rabia que su madre fuese así y que “la odiaría un poco por ello”. En su vida real, Carla es muy tímida pero tiene una inteligencia emocial fuera de lo común para una niña. Fue muy grato y sencillo trabajar con ella. El cortometraje está rodado en un plano secuencia y con dos cámaras, y Carla tenía muy claro en todo momento cuándo tenía que entrar y salir de plano, cuándo tenía que estar dentro de su personaje y cuándo no… para una niña eso es algo muy complejo pero no falló en ningún momento, no hay un solo plano que hayamos tenido que repetir por ella.

¿Qué esperas del recorrido por festivales de Adiós?

Esperemos que vaya bien. Desde mi experiencia, los dramas son más complejos que las comedias, que funcionan mucho mejor en los festivales. Las dos últimas obras de género cómico que he hecho (Mesa para tres y Pequeño) han funcionado muy bien con más de cien selecciones; uno de ellos ganó más de veinte premios y el otro, más de 50. Sin embargo, los dramas son más complejos a nivel selección porque no vas a hacer llorar a todo el mundo todo el rato. Nosotros estamos muy contentos con haber ganado Rodando por Jaén y creemos que hemos contado lo que queríamos contar. Lo que tenga que venir, bienvenido será y ojalá que sea bueno.

¿Queda muy lejos el salto al largometraje?

Mario Hernández ya ha debutado con la película Treguas.  Y, en  mi caso, prefiero no decir nada pero sí estoy trabajando en mi primer trabajo en formato largo.


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