Este miércoles 9 de abril, Márgenes y FilmAnd celebran un pase especial en el Cine Avenida de Sevilla de A nuestros amigos. Charlamos con su director, Adrián Orr, sobre esta carta de amor a la amistad y la adolescencia que acaba de triunfar en el Festival de Cine Español de Nantes

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8 Abr 2025
Alejandro Ávila
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Este miércoles 9 de abril, Márgenes y FilmAnd celebran un pase especial en el Cine Avenida de Sevilla de A nuestros amigos. Charlamos con su director, Adrián Orr, sobre esta carta de amor a la amistad y la adolescencia que acaba de triunfar en el Festival de Cine Español de Nantes.

¿Cómo surge la idea y la oportunidad de rodar A nuestros amigos?

Tiene una inspiración muy cercana a la obra teatral de Sara Toledo, la protagonista de la película. Celso Giménez y yo estábamos pensando una peli juntos. Al ver los ensayos de la Tristura, sabía que quería hacer una película sobre adolescencia, volver al universo de Las hormigas, mi primer corto. Cuando vi a Sara, me encantó aquel monólogo suyo inicial de 8 minutos, con apenas 16 años. Fuimos entrando en su mundo, para que nos presentara a sus amigos. Al recapitular, nos dimos cuenta de que Sara era la persona más interesante.

¿Cómo has ido generando esta no ficción?

Es como se crea La tristura, ya que la película está muy inspirada en su manera de trabajar, a la hora de escribir tanto los diálogos, como los personajes. Aprendí a escribirles una película para ellos. Tiene mucha ficción, pero también tiene mucha realidad. Digamos que es un traje a medida de ellos, son ellos y a la vez no son ellos. Está hecho para ellos, pues solo ellos podrían hacerlo. Creamos escenas que ellos puedan habitar con naturalidad, por eso hay una sensación de realidad muy fuerte.

¿Qué te atraía de hablar sobre la adolescencia?

ES un momento en el que confluyen muchos temas y en el que hay grandes transformaciones de las personas, se toman caminos que no sabes muy bien adonde te llevan. Hay una búsqueda, de querer hacer muchas cosas. En el caso de Sara, de hacerlas pensando más en lo colectivo que en el interés económico personal. Es algo diferente de lo que me habían inculcado. Para mí ha sido una satisfacción enorme poder volver a descubrir esa etapa en la que tienes los primeros descubrimientos amorosos, las primeras decepciones, qué hacer en el futuro… por eso la película juega mucho desde la memoria. Momentos que, en retrospectiva, fueron muy importantes. En su caso fue cuando le hablaron de la posibilidad de estudiar teatro y, en el mío, del cine.

¿Sientes que hay una diferencia generacional importante entre su generación y la tuya?

Me identifico mucho con Sara, aunque, por supuesto, he encontrado diferencias: son una generación muy cualificada. En la educación emocional, están más cualificados. son más abiertos, se han encontrado con la oportunidad de abrazarse más, de decirse te quiero. En mi época, éramos más opacos, no hablábamos de amistad, amor ni sexo. Luego, creo que tienen las mismas inquietudes y mayores incertidumbres. Ahí siento la diferencia: tienen un exceso de información y están muy condicionados por las redes sociales y los medios de comunicación. En cualquier caso, hay mucha gente que se reconoce en la película, independientemente de la generación que sea. Hemos procurado representarlos sin esos clichés del cine traumáticos. Los dramas están retratados con sutileza. Creo que la película es importante porque se sale de la manera en la que la adolescencia ha sido representada.

¿Esa ha sido la clave?

En un festival de temática LGTBIQ+ nos dijeron que les gustaba la película, porque trata el descubrimiento del amor, con normalidad, donde la pareja de Sara no tiene conflictos con sus amigos hombres y la relación de pareja está retratada, con sus momentos buenos y malos, pero sin dramas

¿Qué consideras que la conecta con tu anterior obra, Niñato?

Ambas tienen que que ver conmigo, con mi mirada, pero esta es más luminosa, más rica, he aprendido mucho. Hemos llegado a otro universo. Esta es una película de verano, rodada en cuatro veranos diferentes, en vez de en invierno. Siempre quiero a mis personajes. A Sara apenas la conocía, pero ahora somos amigos. El proceso de hacer la película, respetarnos, nos ha ayudado a llegar aquí. Sara y yo estamos muy contentos. Niñato ya era amigo mío y en este caso nos hemos hecho amigo.

Foto: Matías Ruedlinger


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