Heridas abiertas, serie

Nuestra crítica de series, Esther Lopera, analiza la producción más destacada de HBO, una serie de suspense basada en la novela de Gillian Flynn

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17 Sep 2018
Esther Lopera
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La serie del verano ha sido Heridas abiertas (Sharp objects, HBO). Dirigida por Jean-Marc Vallée, el mismo que nos regaló Big little lies en 2017,  la miniserie de HBO de la que todo el mundo habla no tiene desperdicio. Recordamos la premisa: Camille Preaker es una periodista rarita con un buen historial de problemas psicológicos que regresa a su ciudad natal para cubrir los asesinatos de dos jóvenes. Mientras intenta descifrar su propio pasado, Camille se enfrentará a su autoritaria madre, volviendo a caer en ciertas costumbres autodestructivas.

Hace un par de meses te la recomendábamos en Filmand –con una fe ciega- y ahora ya podemos darte seis máximas sobre uno de los mejores productos de la televisión contemporánea. Si todavía no la has visto (WTF!) no te preocupes, aquí no hay (casi) spoilers.

 

1. UN GUION QUE SE CUECE A FUEGO LENTO

No hay buena serie que no tenga una buena historia. Sin un buen guion, ya puedes tener un buen elenco y lanzar fuegos artificiales que se va al garete en el segundo episodio (con suerte). Somos muchos los que consumimos series a diario y no nos gusta perder el tiempo. HBO tiene la lección aprendida y aunque se sigue moviendo bajo las directrices de la old school, sabe cómo atraparte. La cadena emite un capítulo semanal, captando la atención del espectador como antaño y se mueve bien en ese terreno, apostando por historias que se van tejiendo poco a poco.

Heridas abiertas se mete despacio en tu cabeza y en tu corazón. Y lo que empieza en un “mmh…está bien” se va convirtiendo en un “no me quedan uñas que zampar”. Esta es una de sus bazas: cada capítulo te deja con mejor sabor de boca que el anterior. La historia de Camille y su familia, drama protagonista, es oscura y borrosa, pero también precisa e impactante cuando el espectador lo requiere. La narrativa visual va acorde con la literaria, logrando crear  una combinación explosiva y destapando con ritmo pausado los entresijos de un thriller efectivo.  Gran parte de la culpa la tiene Gillian Flynn, autora del libro en que se basa la serie y también del texto de Perdida que llevó David Fincher en 2014 a la gran pantalla.

 

2. EL DOLOR COMO MEDICINA

¡Ay lo que nos gusta un drama! Big little lies triunfó el año pasado, junto a The Handmaid’s Tale (El cuento de la criada, HBO) y ya quedó clarito cuánto nos gusta sufrir. Heridas abiertas es EL DRAMA DEL AÑO. ¿Puede haber más algo más dramático que revivir el sufrimiento de una niña no querida por su madre y maltratada psicológicamente durante años? Camille lo ha pasado mal y está fatal de lo suyo. Ya se encarga el director Jean-Marc Vallée de mostrártelo con todo detalle, consiguiendo que estés tan jodida como ella (sí, las chicas tenemos más puntos para sufrir con esta serie).

Entenderás por lo que la prota está pasando y querrás adoptarla y llevártela a casa para darle un poco de amor. De hecho, mostrar el dolor como medicina es una fórmula de éxito recurrente en el cine y funciona –especialmente- en un público selecto y algo outsider. Ahí están las perturbadoras Crash (Cronnenberg1999), Secretary (Steven Shainberg, 2002) o La pianista (Michael Haneke, 2001), dejando huella y cicatrices a mansalva.

3. EL MEJOR PAPEL DE AMY ADAMS

A Amy Lou Adams la empezamos a amar con Noctural animals (Tom Ford, 2016) y The arrival (Denis Villeneuve, 2016), aunque ya le habíamos echado el ojo en The Master (Paul Thomas Anderson, 2012). Adams da un giro en su carrera y se mete de lleno en un personaje más perturbado que Ian Curtis. Su expresión corporal es lánguida, oscura y triste, y sus ojos transmiten chorros de dolor. No podrás olvidar su mirada durante un tiempo. Pero no solo de miradas se nutre esta mujer; se marca alguna de las escenas de sexo más melodramáticas que habrás visto en pantalla pequeña, al menos recientemente.

Entraba por la puerta grande y su nombre ya hacía apetecible la serie, pero su interpretación de Camille es tan soberbia que estamos seguros desbancará a cualquier fémina en los premios más importantes, incluida la bella Elisabeth Moss. El personaje es fuerte y aguanta la serie ella solita durante gran parte de los capítulos, pero no podemos olvidar el resto del plantel, porque es digno de mención y está a la altura.

 

4. PERSONAJES RETORCIDOS Y EXTRAÑOS

Cartel de la serie de HBO 'Heridas abiertas'Cartel de la serie de HBO ‘Heridas abiertas’.

Marti Noxon, creadora de la serie, da vida a los personajes de Wind Gap, un pueblo de la América profunda arraigado en el pasado y con un vecindario cuya mayor pasión es alimentar sus aburridas vidas con rumores. Es el pueblo donde creció Camille y aquí no se salva nadie: sus gentes son seres extraños que van a sumarse a la paleta de colores oscuros que colorean esta serie. Patricia Clarkson, como la dulce “mama”, también se incluye en el listado de interpretaciones estelares. Cuenta con una larga carrera en el cine, pero los más ‘pro’ la recordarán por su papel de “tía Sarah” en la serie dramática por excelencia: Six feet under (HBO, 2002; serie que si no has visto, deberías arrancarte los ojos).

A Clarkson, el papel de Adora Crellin le viene al pelo. Y ahí va un pequeño spoiler: consigue encabronarnos cosa mala. No te decimos más. También destaca el papel de Eliza Scanlen, como hermanísima de Camille, todo un descubrimiento y un nombre que dará que hablar. A pesar de su corta edad, pasa de ser un personaje secundario a compartir protagonismo con Amy. Nunca unos patines han dado más guerra. Por ahí, como quien no quiere la cosa, también aparece Chris Messina, otro secundario clásico que ¡anda¡ también aparecía en Six feet under. Como policía anodino y algo simplón clava bien su papel.

 

5. LA MÚSICA COMO REFUGIO

La primera imagen que vemos de Heridas abiertas es la de una aguja descendiendo suavemente sobre un disco de vinilo. Supervisada por Susan Jacobs, la ecléctica música en esta serie es protagonista y forma parte intrínseca del guion. Las canciones acompañan a las escenas de Camille y del resto de personajes, dotándolas de más drama, si cabe, y desvelando parte del misterio. Camille encuentra en la música el refugio que necesita cada vez que sube en su coche. Su padrastro vive una realidad paralela, sumergido en el suave jazz de los 50 que le proporciona su niño bonito: un pedazo de equipo de música high-fidelity.

Adora baila con su marido al son de George Sharing; un baile que la aleja de sus propios miedos. Amma patrulla por las calles del pueblo con sus amigas, calzada en patines y con grandes auriculares. Cada capítulo tiene un montón de temas y encontrarás un poco de todo, desde clásicos como Ludovico Enaudi y Johan Sebastian Bach, al rock de The Doors o Led Zeppelin, pasando por bandas más indies como M. Ward, The war on drugs o los tremendos LCD Soundsystem. Nada es gratuito, cada tema tiene un sentido. Los melómanos musicales lo detectarán al momento. Es una gozada ir descubriendo a las bandas, escuchar cómo describen el interior de cada personaje y confirmar que cuando pintan bastos la música puede ser nuestro mejor refugio.

 

 

6. EL MEJOR FINAL QUE HABRÁS VISTO EN AÑOS

El final: dígase esa manera en la que algunos directores se cargan grandes series de un plumazo. Hay algunos que han pasado a los anales de la historia, como el final de Dexter, que no pudo ser más patético; o el de Lost, que casi provoca el suicido de algunos de sus fans; por no mencionar el de Los Serrano (ejem). Por suerte, este no es el caso. Tan solo te diremos que el final de esta serie es de lo mejorcito que se ha hecho en años en televisión. Es la guinda del pastel.

Y lo es a pesar de que la trama avanza bajo un halo de misterio, empujando al espectador a imaginar posibles desenlaces. Los dibujas en tu mente mientras acompañas a los personajes, amándolos y odiándolos a la par. Buscas tres pies al gato y –como ya son años de experiencia- preparas tu cuerpo para que los guionistas den un golpe de efecto tramposo que sabes va a decepcionarte. Nada más lejos de la realidad. El capítulo final te deja con la boca abierta delante de la pantalla. Una recomendación: trágate hasta los créditos finales, vale la pena.

Con todo, Heridas abiertas no tiene parangón. Si acaso, hay quien encontrará reminiscencias a Flores en el ático (Jeffrey Bloom, 1984), film que pasó bastante desapercibido por las masas, pero que impresionó a una servidora. No te quepa duda: la miniserie de Jean-Marc Valle abrirá una brecha en tu corazón.


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