La película andaluza se estrena en la Seminci con Belén Cuesta de protagonista y Córdoba de telón de fondo en un drama romántico basado en la novela de Marin Malaicu-Hondrari

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25 Oct 2019
Marta Jiménez
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Parking, la coproducción rumano-checa-andaluza rodada en Córdoba, entre otros lugares de España y Rumanía ,en otoño de 2017 se estrena este viernes en la Seminci de Valladolid. El filme está dirigido por el rumano Tudor Giurgiu y protagonizada por los actores españoles Ariadna Gil, Belén Cuesta y Luis Bermejo, más el rumano Mihai Smarandache.

La historia, que fue película inaugural del Festival de Cine Internacional de Transilvania el pasado verano, se rodó en un concesionario de coches de segunda mano en el Polígono la Torrecilla de la capital cordobesa y está basada en la novela con tintes autobiográficos Cercanías, del rumano Marin Malaicu-Hondrari, un escritor que vivió en Córdoba entre 2002 y 2007. Su viaje a la pantalla ha sido posible gracias a una coproducción entre Rumanía, la República Checa y Andalucía, a través de la productora La Claqueta.

Adrián, un poeta inmigrante

Su protagonista, Adrián, es un poeta, un inmigrante rumano que trabaja de vigilante por la noche en una franquicia de automóviles en Córdoba. El escritor pronto ve su tranquila vida interrumpida por la energética María (Belén Cuesta), y su pasado alcanza gradualmente a su presente. El amor y la literatura salvarán a Adrián.

“Esta historia no quiere dar la imagen clásica de la inmigración”, explicaba el autor de la novela, Marin Malaicu-Hondrari, hace dos años, durante el rodaje en la ciudad.

Inmigrantes ex-céntricos

“En Córdoba como en cualquier lugar los inmigrantes son ex-céntricos, se les echa a las afueras”. Así explica el autor y también responsable del guión de este drama romántico el por qué se rodó en este lugar del extrarradio, tan lejano a la postal de Córdoba, aunque algunas secuencias sí que fueron grabadas en la parte monumental de la ciudad, “para que respiren un poco los personajes”, según el productor andaluz Olmo Figueredo.

Marin Malaicu-Hondrari es uno de los autores más prestigiosos de su país y traductor al castellano de los grandes escritores de las letras hispanas

Marin Malaicu-Hondrari llegó a la estación de autobuses de Córdoba en 2002 sabiendo decir en castellano solo “hola” y “trabajo”, sin papeles y con muy pocos euros en el bolsillo. Hoy es uno de los autores con más prestigio en su país y traductor al rumano de los grandes escritores de las letras hispanas, desde Bolaño y Cortázar a Vargas Llosa.

Pero mucho antes de todo eso, desde la estación de autobuses de Córdoba, Marin fue a pedirle trabajo a Rafael Ayuso, que regentaba un concesionario de coches de la Torrecilla, justo pegado al que acoge la localización de la película. Rafael no solo le dio trabajo y el techo de una caravana, “aunque la que han puesto en la película es más grande”, bromea, sino que desde entonces a ambos les une una profunda amistad.

“Marin es para comerle el corazón”, contaba el mismo Rafael, quien aparecerá como extra junto a Marin en una escena en la que los dos personajes celebran su cumpleaños, ya que ambos nacieron el mismo día de enero pero de diferentes años.

“Él me ha ayudado mucho”

La historia gira sobre él y su relación con Marin, Adrián en la novela y en la película, y sus respectivas parejas. “Yo lo ayudé mucho cuando él llegó, porque yo solo distingo a las personas por su bondad, pero él a mí también me ha ayudado mucho en crisis personales y hasta económicas ¡y sin tener un duro!”, relata Rafael.

Para Marin, hubo “una conexión intuitiva” con Rafael desde el principio, cuando ni siquiera se entendían con palabras. “Siempre ha confiado mucho en mí”, añade. En el primer borrador que el escritor hizo del guión “cabían cuatro películas”, asegura, pero el director tuvo paciencia, le mostró las grandes diferencias entre el cine y la literatura, aunque hubo un hecho que lo revolucionó todo: Director y autor pasaron tres días “de fiesta” en la casa de Rafael, en la urbanización Las 7 fincas, y entonces supo el director que Rafael tenía que tener más protagonismo y que la historia debía girar en torno a la amistad entre ambos.

“Este es el tipo de historias que me inspiran para realizar películas, porque puedes aprender sobre ti mismo por el camino. Nunca sería capaz de hacer algo así. Por lo que tratar de comprender a este hombre fue un viaje personal para mí también”, confiesa el director Tudor Giurgiu.

Rafael conoció en Córdoba a su alter ego en la pantalla, el actor Luis Bermejo, y su pareja, María Eugenia, a quien la interpreta a ella, la actriz Ariadna Gil. Ambos coinciden en lo “extraño” que resulta verse reflejado en un actor/actriz, aunque Rafael apostilla que “es toda una sensación conocerme”.

De hecho, el actor Luis Bermejo ha tenido que aprender a montar a caballo, ya que Rafael es un gran aficionado y llegaba de vez en cuando al concesionario montado en la grupa de un equino. Por su parte, Ariadna alaba el guión “especial” que tiene esta historia que la trajo a rodar a Andalucía.

Con un equipo de alrededor de cincuenta personas casi todos andaluces y con el productor de La Claqueta, Olmo Figueredo, a la cabeza, “para el director era importante un equipo local porque quiere mucha veracidad para que nada suene a falso”, explicaba el productor andaluz sobre esta coproducción cuyo presupuesto asciende a 1’8 millones de euros.

A Marin el éxito no le ha cambiado, según afirma, algo que corrobora su amigo Rafael. El escritor sigue viendo a Córdoba como una ciudad que le “conviene” y dice sentirse andaluz “de alguna manera”.

“A mí esta ciudad, Córdoba lejana y sola, me cambió la vida”, confiesa, “con las cosas que aquí me pasaron”. Por su parte, Rafael revela que fue él quien tuvo la premonición: “fui el primero en decirle que iba a triunfar”, algo que bien demuestra esta película ambientada en el extrarradio de la ciudad.

“Es que la vida es impresionante”, sentencia Marin.


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