Mucho antes de que la bandera arcoíris simbolizara la expresión libre de la identidad LGTB, el blanco y negro de las primeras décadas del cine ya ofreció cierta visibilidad a la diversidad sexual, a pesar de la censura y los tabúes sociales. Reunimos diez ejemplos, de ‘Las alas’ a ‘La calumnia’.

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2 Jul 2017
Juan Antonio Bermúdez
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La bandera arcoíris se empezó a usar como símbolo LGTB a finales de los años 70 del pasado siglo. Cuentan que su diseñador, Gilbert Baker, se inspiró en la canción ‘Over the Rainbow‘, interpretada por Judy Garland en El mago de Oz (Victor Fleming, 1939). En sociedades marcadas por la heteronormatividad, el cine ha reflejado sin embargo desde sus orígenes muchas otras identidades y comportamientos sexuales, sobreponiéndose a las censuras y estrujando los estereotipos.

Todo empezó con los pioneros. Ya en una película filmada en 1895 por Edison para su kinetoscopio aparecen dos hombres bailando juntos al son de un violín en una imagen que, aunque parece que tenía una intencionalidad diferente, se terminó interpretando como una escena homosexual. En ese cine de los orígenes, fue cada vez más habitual el estereotipo del afeminado (sissy) y la confusión de géneros como contrapunto cómico. Hay multitud de ejemplos. El mismísimo Chaplin, en un gag de uno de sus cortos más afamados, Charlot, tramoyista de cine (1916), besaba inconscientemente a un hombre disfrazado de mujer, desatando las risas del auditorio.

Pero más allá de ese discurso despectivo hacia el diferente, secundario sometido siempre a la exageración que refuerza por contraste la heterosexualidad, nos interesa quedarnos aquí con diez de aquellos ejemplos en los que la diversidad sexual centra el protagonismo e impulsa el relato.

Vingarne / Las alas (Mauritz Stiller, Suecia, 1916)

Considerada la primera película de temática LGTB de la historia del cine, su argumento narra una relación triangular entre una estrambótica condesa y una pareja homosexual formada por un escultor y su modelo, del que también se enamora la aristócrata. Además de por su valentía argumental, Vingarne también tiene un valor excepcional por su arriesgada estructura narrativa, con un uso magistral de la mise en abyme y del flashback. Enmarcada en una época dorada en la cinematografía sueca, como por desgracia ha ocurrido con muchas de las cintas de ese periodo, se perdió más de la mitad de su metraje y ahora solo puede verse una copia restaurada en 1987 con rótulos que rellenan las partes perdidas.

Mädchen in Uniform / Muchachas de uniforme (Leontine Sagan, Alemania, 1931)

Al contrario de lo que ocurría con la homosexualidad masculina, la visibilidad del lesbianismo no tenía en el cine de las primeras décadas unas connotaciones cómicas sino que contribuía a reforzar la maldad atribuida a determinados personajes o, en otros casos, remarcaba ciertas fantasías eróticas (sobre todo masculinas) del espectador, convirtiendo así a actrices como Marlene Dietrich o Greta Garbo en iconos de la atracción ambigua.

La cinta alemana Muchachas de uniforme es sin embargo el primer largometraje que trata de forma frontal el lesbianismo, presentando además algunas escenas bastante explícitas. Ambientada en 1910, en un estricto internado prusiano, cuenta cómo una de las alumnas se enamora de la única profesora joven y amable, desencadenando un escándalo en el colegio. Considerada también un alegato contra la fanática rigidez que anunciaba ya al régimen nazi, fue censurada en muchos países, hasta el punto de cambiar su final. En Estados Unidos, por ejemplo, la protagonista se suicida, mientras que en la versión que se exhibió en Alemania y en otros países europeos, sus compañeras de colegio evitan el suicidio. Perdón por el spoiler, pero nos parece bastante clarificador.

Viktor und Viktoria / Víctor o Victoria (Reinhold Schünzel, Alemania, 1933)

En un triple salto mortal sobre la identidad de género, esta historia rodada por la UFA cuenta las peripecias de una cantante que encuentra trabajo en un cabaret haciéndose pasar por un hombre que se disfraza de mujer. Este guion original de Schünzel ha tenido muchas versiones posteriores; la más famosa es la que hizo Blake Edwards en 1982, nominada a siete Oscar y con Julie Andrews como protagonista.

Dalu / La gran carretera (Sun Yu, China, 1934)

Entre los lugares en los que la diversidad sexual ha sido un tabú en la pantalla hasta épocas muy recientes, destaca Asia. Esto ocurre incluso en cinematografías muy desarrolladas desde los orígenes como la japonesa, en la que, siguiendo la tradición del kabuki, los actores hombres interpretaron también al principio papeles femeninos, marcando en la práctica una suerte de travestismo formal.

Hay muy pocas películas asiáticas en blanco y negro en las que se puedan encontrar, al menos, sugerencias de relaciones homosexuales. Y entre ellas destaca La gran carretera, tragicomedia ambientada en la guerra chino-japonesa y que retrata la vida de un grupo de hombres que trabajan en la construcción de una carretera estratégica para permitir el avance del ejército chino. Stanley Kwan, director chino contemporáneo que trata con frecuencia temáticas relacionadas con la homosexualidad y que es un icono de la comunidad gay china, cita siempre el filme de Sun Yu como una de sus principales referencias.

 

Orphée / Orfeo (Jean Cocteau, Francia, 1950)

El renacentista Jean Cocteau (poeta, pintor, novelista, dramaturgo, crítico, ocultista y cineasta fueron algunas de sus ocupaciones) trasladó al cine buena parte de su vocación transdisciplinar: sus películas, adscritas al surrealismo, integran en el formato cinematográfico las referencias a otras artes. Ese es el caso de Orfeo, versión homoerótica del mito griego trasladado al París de la posguerra en la que contó para el papel protagonista con su pareja Jean Marais.

Un chant d’amour / Una canción de amor (Jean Genet, Francia, 1950)

La única incursión en el cine de Genet, uno de los dramaturgos franceses más relevantes del siglo XX, es este poético cortometraje de 25 minutos que narra la amorosa relación entre dos reclusos, aislados en celdas diferentes, que consiguen comunicarse a través de un pequeño agujero en el muro que los separa. En escenas que evocan una ensoñación, muestra desnudos frontales e imágenes sexuales explícitas, que motivaron un retraso del estreno oficial de la película un cuarto de siglo (hasta 1975) y que han terminado convirtiéndola en uno de los grandes documentos cinematográficos del erotismo homosexual.

Suddenly, Last Summer / De repente, el último verano (Joseph L. Mankiewicz, EE.UU., 1959)

Como en la obra teatral de Tennessee Williams en la que se basa, la represión de la homosexualidad es aquí la sombra trágica que impulsa el argumento de la película. Una fascinante Elizabeth Taylor en la cima de su carrera interpreta a Catherine, una joven que es internada en un sanatorio psiquiátrico tras asistir a la muerte de su primo Sebastian en extrañas circunstancias durante unas vacaciones compartidas. Katharine Hepburn, viuda adinerada y madre del chico fallecido, está empeñada en que le hagan una lobotomía a su sobrina para ocultar su versión de los hechos. Y en medio de ellas dos Montgomery Clift, el ético y atractivo doctor Cukrowicz, pone en evidencia mediante sus conocimientos psiquiátricos la bárbara hipocresía familiar y social que enfanga a la tragedia.

Victim / Víctima (Basil Dearden, Reino Unido, 1961)

En 1961, año en el que se rodó está película, la homosexualidad aún estaba penada con cárcel en la severa y biempensante sociedad británica. Esa aberración legal, que duró hasta 1967, nos da una idea del valor social de un título como este que sitúa en primer plano una historia realista y sencilla de denuncia de la situación que vivían muchos homosexuales. Un prestigioso abogado lleva una doble vida: una apariencia de casado feliz y un lado oculto de aventuras frecuentes con jovencitos que terminará envolviéndolo en un chantaje y comprometiendo el orden de su vida pública. Dirk Bogarde, en aquel momento el actor británico más reconocido, acepto el papel protagonista de esta película después de que muchos otros intérpretes lo hubieran rechazado y siempre se ha especulado con que influyó en esa decisión que el propio Bogarde se sintió muy identificado con lo que vive su personaje. Además de por la valentía de su argumento, Víctima también ha pasado a la historia del cine por ser la primera película en la que se verbaliza la palabra “homosexual”.

The Children’s Hour / La calumnia (William Wyler, 1962)

Solo cuando empezó a relajarse la aplicación del Código Hays (en vigor hasta 1967) el cine estadounidense se atrevió a tratar temáticas relacionadas con la diversidad sexual. Solo así fue posible que una película como La calumnia pasara la censura, contase con actrices de primera fila (Shirley MacLaine y Audrey Hepburn forman la pareja protagonista) y obtuviera cinco nominaciones al Oscar. Y sin embargo, Wyler tuvo que sacrificar muchas de las referencias al lesbianismo del personaje que interpreta MacLaine, joven profesora a la que una alumna acusa de mantener una relación con la otra maestra que encarna Hepburn. El chantaje social es de nuevo el motor del argumento, con el agravante de que aquí es una niña la que levanta el dedo acusador.

Historia de un taxi (Carlos Emilio Nazarí, España, 1928)

La décima y última película que incluimos en este repaso es la única que no puede verse. Su director fue un personaje curiosísimo que puede considerarse con toda justicia uno de los auténticos pioneros del cine andaluz, a pesar de haber nacido en Valparaíso (Chile). Vivió desde muy joven en Sevilla y formó junto a otro sevillano ilustre, Javier Sánchez-Dalp, marqués de Aracena y mecenas cultural, la productora Film Dalp-Nazarí, a la que el profesor Rafael Utrera le dedicó un extenso y valioso estudio.

Historia de un taxi fue el primer largometraje de Nazarí. Rodado en el Madrid de los locos años 20, queda de ella apenas la referencia de que trataba el travestismo y el lesbianismo, temas absolutamente vetados por la cultura oficial del país. El fracaso comercial de la película y la convulsión política y social de los años siguientes en España hicieron que se perdiesen las copias, quedando ya solo de ella las escasas citas que pueden rastrearse en la sección de Historia del Cine de las bibliotecas. Esta película invisible es quizá el mejor símbolo de todo aquel cine que se quedó por el camino, vetado o autocensurado, víctima de la ocultación que durante tanto tiempo ha sufrido la diversidad sexual.

*Imagen de portada: Fotograma de Muchachas de uniforme (Leontine Sagan, 1931)

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