El director gaditano Lorenzo Benítez perfila su nuevo proyecto documental para hablar de la vida en una colonia africana durante el Franquismo

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28 Nov 2019
Alejandro Luque
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Frente a la extendida idea de que ya todo está contado, el cine documental se empeña en afirmar que, por el contrario, prácticamente todo está por descubrir. La Historia de España, sin ir más lejos, que incluye episodios tan turbios e ignorados como su pasado colonial reciente.

Un director gaditano, Lorenzo Benítez, indaga actualmente en él para revelar aspectos insólitos de la presencia española en Guinea Ecuatorial, que se prolongó casi dos siglos, entre 1777 y 1968. Su proyecto lleva por título Negro limbo.

Tres años de investigación han llevado a Benítez a perfilar este documental de creación, cuyo rodaje está previsto para el año próximo. “Hay quien ni siquiera sabe que Guinea fue una colonia española, y quien cree que nuestro paso por el país africano fue un periodo poco menos que idílico. Yo quiero contar cosas que no se han contado”, afirma.

Pactos de silencio

Para ello, deberá abrirse paso en los pactos de silencio que se establecen en las familias, las instituciones y la sociedad en general de aquel país, una forma arraigada de esconder verdades incómodas. Y muy concretamente, la desaparición de un líder negro (fang) en aquel territorio bajo el régimen colonial franquista.

Aunque se muestra cauteloso a la hora de adelantar el contenido de su trabajo, el gaditano adelanta que su investigación se ubicará en un periodo convulso de la historia de África, hacia el año 1959, cuando el continente hervía en procesos de independencia, más o menos violentos, la mayoría de los cuales fueron traumáticos.

“El continente africano era el cruento escenario de la guerra fría”, evoca. “El régimen de Franco había logrado que España entrara en Naciones Unidas y procuraba ganar aliados en la diplomacia internacional. La dictadura salía de la autarquía y el aislamiento internacional. La Guinea española, actual Guinea Ecuatorial, era un granero de cacao, café y madera para la metrópoli”.

Según el cineasta, “hubo en Guinea episodios de discriminación, racismo y explotación, pero sus habitantes ven lo que está ocurriendo a su alrededor, en Gabón, en Camerún, y se organizan. “La mayoría de la población negra”, prosigue Benítez, “estaba tutelada como menor de edad salvo una élite de hombres negros emancipados, finqueros y cazadores de elefantes, que empezaban a organizarse políticamente para reclamar la soberanía ante Naciones Unidas.

Una desaparición sin resolver

Negro limbo sigue el rastro de uno de ellos, cuya desaparición sigue sin resolverse sesenta años después, a partir de la investigación que inició entonces el Fiscal General de la colonia”.

Frente a esta realidad, la población española presente en Guinea siempre cedió a la tentación de idealizar la memoria colectiva. “Para ellos era el paraíso perdido, entre la playa y la selva. Los viejos colonos con los que hemos hablado siguen defendiendo que el régimen franquista trataba muy bien a los negros, pero sabemos que no era así”.

Y abunda: “El régimen era muy reacio a cualquier tipo de diálogo político con los indígenas, querían mantener el control a toda costa”, señala. “Uno de los personajes fundamentales de este tiempo es Carrero Blanco, quien dirigía la política exterior y decidía todo en Guinea”.

No obstante, en el proceso de preparación del filme también han encontrado “a nostálgicos guineanos, nativos que se beneficiaron del régimen y que ahora echan de menos aquellos tiempos”. Los menos, claro.

Exilio forzoso

“Una de las líneas de nuestro relato es hablar de represión, crímenes y exilio forzoso, prácticas habituales hasta que el régimen se dio cuenta de que era inevitable. Entonces, Franco aprobó primero la autonomía de Guinea, algo impensable todavía para las propias regiones de España, y finalmente la independencia”, agrega Benítez.

Después de dirigir Madres invisibles en 2016, un documental sobre las madres solas de Marruecos que obtuvo una espléndida acogida, Lorenzo Benítez se pone ahora al frente de este nuevo reto que contará con la producción de el sello gaditano Antonia Films en colaboración con Izar Films (Guipúzcoa), y el apoyo de 3boxmedia International Sales (Alemania) y la Diputación Provincial de Cádiz. Contará asimismo con la postproducción de Elamedia Estudios (Madrid), gracias a un premio obtenido en el Mercado de Cine Documental de Tenerife Afrolatam 2019.

Cabe señalar que Antonia Films es una casa productora de reciente creación en Cádiz, orientada al cine documental creativo. Está impulsada por Lorenzo Benítez y la cineasta hispano-nicaragüense Mercedes Moncada, cuya filmografía ha recorrido y ganado premios en festivales como Sundance, Berlinale, Guadalajara, IDFA o San Sebastián. Moncada también trabaja paralelamente en su sexta película, Sistema Solar, que ya cuenta con una ayuda a desarrollo del IDFA Bertha.

Apoyos internacionales

El guión de Negro limbo se encuentra en la última fase de escritura, siendo el único proyecto de documental creativo de los veinte seleccionados – entre más de 400 –en el 17 Curso de Proyectos Cinematográficos Iberoamericanos organizado por Ibermedia, Fundación Carolina, Ministerio de Cultura, AECI, Fundación SGAE y EGEDA.

En ese curso, que finalizó la semana pasada, tuvo como consultores de guión a Montxo Armendáriz y Michel Gaztambide. En el último año también ha participado en el laboratorio de proyectos de L’Alternativa Festival de Cine Independiente de Barcelona y un taller de Sources2 Script Check de Europa Creativa Media Andalucía.

Rescate de vídeos domésticos

Uno de los atractivos principales del proyecto es el rescate de archivos domésticos en Super 8, “inéditos hasta la fecha y realizados por los propios colonos”, a través de los cuales accedemos a esa mirada idealizada de aquel tiempo, “y además con una textura muy hermosa”, afirma el director.

También se ha entrevistado a varios supervivientes de la época, octogenarios y nonagenarios en su mayoría, y se ha buceado en diversos archivos para dar respuesta a los interrogantes que todavía pesan sobre este capítulo de nuestra historia. Algunos, por desgracia, nunca la tendrán. “Aún tenemos la ley de Secretos Oficiales del 68, que bloquea el camino de muchos investigadores y no permite el acceso a documentos que podrían ser valiosos”.


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