Escenas de acción con mucho estilo, homenajes cinéfilos y una pareja protagonista que se come la pantalla: ‘León, el especialista’ es una de las películas de culto de los noventa y uno de los primeros amores cinéfilos del cineasta Manuel H. Martín. Aquí nos habla de ella.

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20 Jun 2019
Manuel H. Martín
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Hay películas que suponen todo un hito, un descubrimiento, más allá de la historia que cuentan. En algunas ocasiones son obras minoritarias que, repentinamente despegan y se convierten en inesperados éxitos.

En otros casos se trata de filmes que, apostando por un público amplio, se convierten en obras de culto. A lo largo de la historia del cine siempre han existido películas que han marcado a sus espectadores, como si se tratara de un imborrable tatuaje, impregnando en las venas del público el amor y la adicción por el séptimo arte.

Títulos que marcaron a una generación

En mi época de adolescente, no hace tantos años, precisamente en el año 1994, hubo varios títulos que marcaron a toda una generación, partiendo de un género, a veces muy denostado, como es el del thriller de acción. Podríamos pensar en la hipnótica El cuervo, dirigida por Alex Proyas, o en León, el profesional, dirigida por Luc Besson.

Tanto una como otra siguen formando parte de mi vida desde que me conquistaron con apenas catorce años. Conecto con cada una de ellas de una manera diferente. Con El cuervo, de forma más visceral por su estética y alma grunge. Con León, el profesional, de forma más emocional, por su estilo más atemporal y, por momentos, “clásico”.

Natalie Portman en una esccena de 'León, el especialista'.

Natalie Portman en una esccena de ‘León, el especialista’.

Con cierta atemporalidad, León, el profesional es una de esas películas que pueden llegar a sorprender, incluso ahora. Pero, de momento, volvamos a mis catorce años, es decir, al año 1994. Imagínate, querido lector, que tienes esa edad y vas a ver una película de tiros y, de repente, te encuentras con un película de acción, sí, pero con un toque intimista y dramático. ¿Cómo? ¿He entrado en la sala correcta? Pues sí (y te darás cuenta con los años).

Los dos protagonistas se encuentran en un momento trágico y la historia desemboca en una relación extraña de aprendizaje para ambos

Pero, continuemos con el recuerdo: ibas a ver un film a lo Van Damme, Steven Seagal o cualquier héroe de acción de los 90 y, en cambio, descubrías a un antihéroe como León (el poco conocido, por entonces, Jean Reno) y a una revelación como Mathilda (Natalie Portman). Imagínate descubrir la película y enamorarte de sus protagonistas y, por consiguiente, engancharte un poco más al cine.

Lo mejor: sus protagonistas

Lo más destacable de León, el profesional, por encima de la propia y sencilla trama, lo que principalmente sostiene la película, son sus personajes. A pesar de su “algo” exagerado villano (interpretado por Gary Oldman), nos encontramos con dos protagonistas muy singulares.

Por un lado, León, un asesino a sueldo implacable, pero con cierta inocencia y un marcado código de honor, que, además, ahorra dinero, huye de la mala vida, viste se de negro pero lleva calcetines blancos y bebe mucha leche.

Leon el profesional

Leon el profesional

Por otro lado, nos encontramos con Mathilda, una niña cuyos padres han sido asesinados y que está convirtiendo su dolor en confusión e ira. Los dos personajes se encuentran en un momento trágico y la historia desemboca en una relación extraña de aprendizaje para ambos. ¿Eso es todo? Para los que aún no la habéis visto, os digo que no.

No podemos obviar el estilazo con el que está rodada la acción o los homenajes cinéfilos

Hay muchos más alicientes como, por ejemplo, la ambigüedad en la relación entre los dos personajes principales, especialmente en Mathilda, algo que puede incomodar a más de uno. Y no podemos obviar el estilazo con el que está rodada la acción o los homenajes cinéfilos (entre los que se incluye a la escena del juego de las películas con referencias a Marilyn Monroe, John Wayne o Charlie Chaplin).

Un ejercicio de amor al cine

Sin duda, León, el profesional es un auténtico ejercicio de amor al cine, en mayúsculas, con una trama que va más allá de la acción y, a veces, usa los códidos del western (urbano), incluyendo a un personaje en busca de redención y una niña que, a pesar de haber tenido una senda oscura en su infancia, es capaz de apostar por la vida, con un final luminoso y esperanzador.

Y ahora, volvamos a nuestra juventud y recordemos en qué fase estábamos de nuestra vida: la adolescencia. ¿Y qué pasa entonces? Pues que descubrimos los primeros amores. Y, como no, fuimos muchos los que caímos rendidos ante Natalie Portman y su Mathilda, un personaje contradictorio, frágil, duro, fuerte y valiente. Era normal caer rendido ante un talento de tal magnitud y qué mejor amor que el cinéfilo.

Puede que nos fascinara a muchos porque nació en nuestro mismo año y hemos crecido juntos. Desde Léon, el profesional o Beautiful girls ha llovido mucho. Portman ha trabajado en producciones de todo tipo, pero con cierta predilección por personajes frágiles y oscuros, como podemos ver en Heat, de Michael MannCloser, de Mike Nichols, Cisne negro, de Darren Arrofnosky o V, de Vendetta, de James McTeigue. Portman, nuestra cinefilia y nosotros hemos crecido.

Algunas películas son mucho más que su trama, son parte de nuestra vida, nos ayudan a descubrir cosas, a recordar quiénes fuimos

¡Cuántos descubrimientos gracias a León, el profesional! Sin duda, algunas películas son mucho más que su trama, son parte de nuestra vida, nos ayudan a descubrir cosas, a recordar quiénes fuimos y a reforzar quienes somos.

Hay películas que, como las canciones, conquistan generaciones. Y lo cierto es que con León, el profesional, algunos cinéfilos nos hemos encontrado, y hemos crecido juntos. Quizás nos encontremos a más cinéfilos por el camino. Puede que crezcamos juntos, ¿quién sabe? Porque no hay nada más adictivo que una pasión cinéfila.


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