Juanita Narboni está asociada al rostro de Esperanza Roy. La actriz madrileña dio vida a este complejo, suspicaz y doliente personaje en la película La vida perra dirigida por Javier Aguirre. Menos se sabe sin embargo del escritor que firma la novela en la que la película está inspirada: el tangerino Ángel Vázquez (1929-1980), uno de esos grandes autores casi excluidos del relato de la historia de la literatura española, tan olvidadiza a veces.
Premio Planeta con su novela Se enciende y se apaga una luz, Vázquez fue también autor de una obra que es considerada por su minoritario club de admiradores como una de las más grandes novelas de la literatura del siglo XX: La vida perra de Juanita Narboni, que ha sido llevada al cine, además de por Aguirre, por la directora marroquí Farida Benlyazid, que recrea al personaje en su escenario tangerino original.
Pablo Macías rememora la época cosmopolita y multicultural de la ciudad en la que nació y creció Ángel Vázquez
En el documental La vida perra (Ángel Vázquez y el Tánger internacional), que se estrenó en la pasada edición del Festival de Cine Africano de Tarifa-Tánger, el realizador Pablo Macías se adentra en la interesante y a la vez inquietante vida del escritor tangerino y rememora la época cosmopolita y multicultural de la ciudad en la que el autor nació y creció.
Todo comenzó en una librería de viejo
El documental de Macías tiene como origen una elocuente fascinación por un autor “cuya vida es la mejor de sus novelas”. Tras leer La vida perra de Juanita Narboni, Macías encontró “en una librería de viejo de Madrid una primera edición de Se enciende y se apaga una luz dedicada por el autor a dos personajes tangerinos de renombre: Pilar Ivars y Eduardo Haro”.
Este fue un hallazgo definitivo que lo animó a investigar sobre “estos personajes” que lo trasladaron “al Tánger español, o más bien andaluz, un Tánger alejado de los mitos y el desenfreno con el que asociamos la literatura de Paul y Jane Bowles o William Burroughs, un Tánger alejado del cliché de la generación beat”.
El documental La vida perra se sustenta en interesantes aportaciones de estudiosos de la obra de Vázquez y del Tánger internacional de la primera mitad del siglo XX, pero también en los testimonios de personas que conocieron a Ángel Vázquez y que hablan de él en primera persona.
Macías considera una suerte haber podido contar “con amigos que lo trataron con frecuencia en Tánger, como son Sharon Smith, Alberto Pimienta, Domingo del Pino, Lydia Sanz de Soto… y otros que lo conocieron en su época madrileña, como los escritores Luis Antonio de Villena e Ignacio Gómez de Liaño o el pintor Ibirico”. Aparecen incluso personas del pueblo malagueño de Jubrique, de donde procedía la familia de Vázquez y donde el escritor estuvo trabajando durante un tiempo en la elaboración de un surrealista censo que se inventó de cabo a rabo.
El particular Tánger de Ángel Vázquez
El realizador se lamenta, sin embargo, de no haber podido entrevistar a quien fue “su gran amigo y valedor, el tangerino por antonomasia Emilio Sanz de Soto, fallecido en 2007. Él era sin duda la gran autoridad para hablar de Ángel Vázquez y su particular Tánger”.
Para Macías, la elaboración del documental ha sido laboriosa tanto en tiempo –porque “requería investigación y documentación para ver quiénes eran los imprescindibles”– como en recursos, ya que la producción también ha estado a su cargo.
No obstante, se siente satisfecho de haber podido abordar la figura de un autor casi maldito que, pese a haber gozado de algo de éxito en vida, “siempre vivió al margen de ciertos círculos literarios, especialmente cuando se traslada a vivir a Madrid”, donde murió.
El realizador afronta en su documental el retrato certero “de una persona insegura y con poca confianza, que nunca supo hacer valer su obra y que fue autor de una novela, La vida perra de Juanita Narboni, adelantada a su tiempo, tanto en la forma, como en el contenido”, ya que cuando la publicó, en 1976, “la literatura que más triunfaba era otra, quizás más social, acorde a una época de transición política”.
Gran obra literaria, no sufícientemente conocida.