El compositor sevillano Jesús Calderón participa en la sexta jornada de Los Oficios del Cine. Entre sus trabajos, destacan los cortos ‘Primus’ o ‘Leica Story’, con varios premios internacionales para sus bandas sonoras.

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9 Oct 2018
Juan Antonio Bermúdez
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Tras entrevistar a Paloma Peñarrubia y Pablo Cervantes, nos acercamos a Jesús Calderón, compositor sevillano que participa también en la sexta jornada de Los Oficios del Cine, dedicadas a la composición musical para audiovisual, en una jornada que celebraremos este martes, 9 de octubre, en la Fundación Cajasol (inscripción a través de este formulario). Calderón tiene una extensa carrera, que le ha llevado a componer en registros audiovisuales muy diferentes, de la animación al documental, pasando por largometrajes de ficción real o publicidad. Entre sus trabajos más reconocidos están las bandas sonoras para los cortos Primus o Leica Story, que han obtenido varios premios internacionales. Los Oficios del Cine es una actividad organizada por FilmAnd y la Fundación Cajasol con la colaboración de la Fundación SGAE.

¿Cómo fueron tus comienzos en la música?

Cuando era pequeño, no sabía a qué quería dedicarme pero sí tenía claro que quería hacer algo relacionado con la creación. Me interesaba la escritura, también me gustaba pintar y en casa escuchaba mucha música, clásica sobre todo. No me gustaba la misma música que a la gente de mi edad, me llamaba mucho la atención la música instrumental y también me empezó a fascinar la electrónica: Jean-Michel Jarre, Vangelis, todo eso. Con los teclados pequeños que había por casa iba reproduciendo esas melodías. Y ya mis padres decidieron apuntarme al conservatorio de Osuna, donde me encontré con lo propio del sistema educativo formal: me enseñaron sobre todo reglas y repetíamos muchas veces la misma melodía, pero lo que a mí me gustaba era componer

 

¿Y cómo llegas a trabajar para el audiovisual?

Poquito a poco fui conociendo a más compositores y ya llegué a la música de cine. En realidad, lo que me fascinó de ella es que englobaba muchos géneros y pensé que ahí es donde podría explayarme más. Yo hacía sobre todo música electrónica, imitando a los compositores que me gustaban. Todo el mundo me decía que lo que componía podría pegar muy bien con imágenes, pero yo no sabía por dónde empezar en ese mundo. Lo que se me ocurrió fue buscar por Internet proyectos que me interesaban, producciones que estaban aún en fase emergente, y preguntar si necesitaban música. Y en un foro de animación di con Robert Dollase, que tenía un proyecto personal y confió en mí un poco a ciegas. En realidad yo nunca había escrito una banda sonora, pero le empecé a entregar música para escenas concretas, le gustó mucho y salió adelante mi colaboración en ese proyecto. Y es curioso porque ahora, diez años más tarde, he vuelto a trabajar con él en otra producción suya que se llama Quitting Time.

 

Entiendo que en cada encargo es diferente, pero ¿cuál suele ser el proceso habitual a la hora de afrontar una banda sonora?

En la medida de lo posible, siempre intento entrar en los proyectos cuanto antes, aunque es algo que no decides tú. En muchos casos, me llaman cuando el cortometraje está ya montado completamente y solo falta la música, que no es la mejor forma de trabajar. Cuando entro en un proyecto pronto y puedo hablar con el director, tengo mucho más margen, la música se puede usar de muchas maneras. En proyectos más grandes, es habitual que estén también por medio los productores y ya entran en juego otras cuestiones que a veces interfieren con el proceso de creación.

Tu relación con el departamento de sonido imagino que también es importante…

Sí, la relación con la persona responsable de las mezclas de sonido también es muy importante. Por ejemplo, en uno de los últimos cortometrajes en los que he trabajado, BEC, de Toni Morales, que es un corto de terror con una ambientación muy oscura y la música es muy opresiva, muy grave, tuve que estar en contacto permanente con el editor de sonido para no “pisarnos” por decirlo de alguna manera, porque las frecuencias graves de la banda sonora no podían sobrecargarse demasiado. El objetivo es que quede un todo completo y el sonido y la música se complementen.

 

Uno de los sufrimientos que imagino que compartes también con los de sonido es la diferencia que hay luego en un festival o en un pase cualquiera entre las condiciones en las que se reproduce el sonido y el ideal sonoro que habéis manejado en vuestro estudio.

Sí, sí, algunas veces se sufre mucho. Hay mucho contraste entre lo que tú has terminado en tu estudio y lo que se proyecta luego en unas condiciones muy diferentes. Puedes pasarte días buscando un sonido o un determinado equilibrio y luego cuando lo ves proyectado está todo cambiado. Son cosas que seguramente pasan desapercibidas para la mayoría de la gente pero cuando le dedicas tanto tiempo a algo tienes una percepción muy fina de ese trabajo y tú si lo notas, claro.

Tienes experiencia tanto en cine, en muchos registros diferentes, en documental, animación, ficción real, como en televisión y en publicidad. ¿Con qué te sientes más realizado?

Cada género tiene sus cosas buenas y menos buenas. Por ejemplo, en publicidad, lo malo es que te piden las cosas para ayer, van siempre con los plazos muy ajustados y hay mucha presión. En animación, por ejemplo, yo me siento muy a gusto porque puedes explayarte y exagerar más, aparte de que suele haber más espacio para la música, lo que te permite desarrollar una narrativa más extensa. Y claro, en un largometraje es donde se une todo y donde se puede construir un guion musical adaptado: tienes los temas troncales pero luego puedes construir música para cada personaje y que vaya evolucionando. Hay que dedicarle más tiempo a un largo, está claro, pero es más satisfactorio, es a lo que creo que aspiramos todos los que nos dedicamos a esto.

 

Y si hablamos de trabajos concretos, ¿hay alguno del que te sientas especialmente orgulloso?

Cada proyecto es diferente y es especial, pero si tengo que elegir uno a lo mejor me quedo con el cortometraje Primus, de Ferran Brooks, que se hizo con muy poco presupuesto pero era una historia súper bonita, ambientada en el futuro y protagonizada por un robot. Es un proyecto al que le tengo mucho cariño porque tiene muchos puntos en común con E.T., una película que me abrió a la música de cine. Y Primus también me gusta porque me permitió combinar mis dos pasiones musicales: la electrónica y la sinfónica. Eso fue en 2014 y nos nominaron a los Hollywood Music in Media Awards.

Y por seguir poniéndotelo difícil, si tuvieras que quedarte con una banda sonora de la historia del cine, ¿con cuál te quedarías?

Me impactó mucho la trilogía de El señor de los anillos porque creo que pone de manifiesto el poder que tienen los leitmotiv y una banda sonora bien construida. Si desgranamos la música de El señor de los anillos es alucinante la cantidad de conexiones y de pequeños detalles que hay. Es directamente una ópera. Creo que el trabajo que hizo Howard Shore ahí es titánico, le dedicó una década de su vida y creo que va a quedar como una de las bandas sonoras icónicas de la historia del cine. Aparte, toda la carrera de John Williams o de Ennio Morricone es impresionante, por citar a otros dos compositores que me gustan.

 

Antes me comentabas que desde muy jovencito tenías inquietudes en diversas ramas de la creación: la música pero también la literatura o la pintura. ¿Te has planteado alguna vez participar en una producción audiovisual asumiendo otras tareas?

Sí, el guion también me apasiona, la verdad es que creo que tiene muchos puntos en común con la creación musical. Hice un curso de guion con Rafael Cobos hace un par de años y he escrito un par de cortometrajes y ahora estoy escribiendo el libreto de un musical. Yo creo que está todo bastante conectado.

¿Qué me puedes contar de los proyectos con los que estás ahora?

Justo hoy he terminado una serie rodada en el País Vasco, postapocalíptica, Otsoen Lurraldean. Me han invitado al estreno el día 22, en Bilbao. Me lo he pasado bomba componiendo esto porque es una mezcla entre Mad Max y El señor de los anillos, me ha dado lugar a experimentar bastante mezclando músicas orquestales con otras más industriales. Y luego voy a trabajar también en la banda sonora de Descubriendo a Otto, un documental de Ricardo Barby. Transcurre en Sevilla y me va a permitir incluir referencias españolas, Falla y músicos así, de principios del siglo XX.

¿Qué le recomendarías a alguien que está empezando en la música y que quiere hacer música para cine? ¿Por donde debería empezar?

Hay que tener una base, formarse, pero creo que es aún más importante escuchar mucha música y ver mucho cine. Las películas son una escuela. Y sobre todo les recomendaría que intenten buscar un estilo propio, un componente personal. Es importante encontrar la propia voz, más que hacer cosas muy espectaculares.

 

Imagen de portada: Actuación de Jesús Calderón en el festival Monkey Week, tras ser seleccionado en el I Laboratorio Musical Fundación SGAE-Monkey Week.


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