La cineasta forma parte de ese escaso 7% de mujeres que se dedican al cine en España y parece suplir esa carencia con una producción tan amplia como apreciada. Su última película, ‘La Librería’, se ha presentado en Sevilla en un establecimiento de sello independiente que resume el espíritu del filme.

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30 Oct 2017
Amalia Bulnes
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Isabel Coixet (Barcelona, 1960) ha firmado 22 películas en 28 años, en un perfecto equilibrio entre la fecundidad y el reconocimiento, tanto del gran público como de los paladares cinematográficos más exquisitos. La primera de ellas, Demasiado viejo para morir joven (1989), coincidió con la aprobación de la célebre Ley Miró (en nombre de su impulsora, Pilar Miró, directora entonces de RTVE), que favorecía la producción de óperas primas. Recuerda Coixet que fueron muchas las mujeres cineastas que presentaron primeras películas aquel año: “quizás por cada 20 hombres, podíamos contar 10 mujeres, pero es que ahora esa brecha es mucho mayor”, asegura la cineasta.

“Yo recuerdo que también en el campo de la publicidad éramos más pero no sé qué ha pasado, si ha sido la crisis, si es el contexto global en el que vivimos -¿por qué no hay mujeres directoras de periódicos?- , pero lo cierto es que la mujer ha sufrido una involución en el cine desde el inicio de la década de los 90”. Lo dice entre resignada y perpleja, con esa actitud combativa sin estridencias que practica: “No soy bandera de nada”, apostilla.

Sin embargo, lo cierto es que la cineasta ha elegido un rincón delicioso de Andalucía -la librería Caótica, en el centro de Sevilla- para presentar su próxima película, La librería (en los cines de toda España desde el viernes 3 de noviembre), y el público que ha abarrotado el establecimiento ha sido eminentemente femenino: “Sí, no sé… (se lo piensa mucho), quizás haya en esta película un mensaje humano, feminista…”, reconoce.

Por situarnos, La Librería es un drama ambientado en los años 50 en Inglaterra, protagonizado por una viuda que decide abrir en su pueblo una tienda de libros. Se trata de la adaptación de la novela de otra mujer, la escritora tardía Penélope Fitzgerald (publicó su primer libro con cerca de 60 años), cuya prosa “apasiona” a Isabel Coixet: “Es dura, tierna, antisentimental pero llena de emoción….”, aspectos todos que ha intentado trasladar a la película.


La actriz británica Emily Mortimer encarna a esta mujer, de vida durísima, que debe hacer frente a la incomprensión y hostilidad del entorno, que se sobrepone “al mal” -en palabras de Coixet- gracias a su amor por los libros. “La peli va de esta cosa de la banalidad del mal… y de una mujer buena”, explica la cineasta, que le dió instrucciones precisas a Mortimer para enfrentarse al papel: “eres una mujer buena, pero no boba”.

Sobre Cataluña

Tampoco ha esquivado Isabel Coixet el tema inevitable: Cataluña. A preguntas de los periodistas, la cineasta, que se ha posicionado siempre en contra del independentismo, asegura que ha vivido en su piel “el mundo mezquino, ruin y absurdo que se describe en la película”.

“Me ha dado un ataque de histeria hoy cuando me he enterado del viaje del señor del flequillo a Bélgica, a ser recibido allí por señor que pertenece a un partido de posicionamientos nazis”; asegura Coixet, que bromea diciendo que en Cataluña “les han debido echar algo en el agua” y que “a lo mejor a su casa no ha llegado”.

“Me gustaría entenderlo pero no lo entiendo”, apostilla. “Que sea lo que Dios quiera; yo veo ya una sinrazón, es tan absurdo que me lo empiezo a tomar a cachondeo”, manifiesta.

“Vengo de una tierra donde todos somos víctimas y oprimidos”, ha seguido bromeando la cineasta, que es firme cuando explica que ha estado en los países más pobres del mundo y ha visto “lo que es ser un auténtica víctima”. “Tengo muy claro quiénes son las víctimas”, subraya, y señala que “tendríamos que mirar más allá del ombligo”.


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