El Festival de Cine de Gijón afronta una nueva etapa, bajo la dirección de Alejandro Díaz Castaño, pero sigue manteniendo su cuidada atención a la cosecha más reciente del cine de autor. ‘El futuro que viene’, de la argentina Constanza Novick o ‘La vida lliure’, nuevo filme de Marc Recha, destacan en sus primeros días.

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21 Nov 2017
Alejandro Ávila
the nest

El Festival de Cine de Gijón reúne un año más una gran cosecha de cine de autor. Su nuevo director, el exprogramador del Festival de Cine de Sevilla, Alejandro Díaz Castaño, le ha tomado el pulso a una ciudad que abarrota tanto las sesiones matinales en el barrio del Pumarín, como las más noctámbulas en el céntrico Teatro Jovellanos.

El amarillo fluorescente de su cartel y sus alusiones al mundo del videojuego (“Dale al play”) ya anticipaban una apuesta por un cine de autor vanguardista, que va más allá de las formas y que apuesta por un cine hecho por mujeres. Un 40% de las películas están dirigidas por directoras y se ha homenajeado a artistas como Verónica Forqué, Isabel Coixet, Marina Seresesky o Valie Export. Hacemos un resumen de lo más destacado que hemos podido ver en sus primeros días.

 

El futuro que viene (Constanza Novick, Argentina)

Historias de mujeres contadas por mujeres. La reivindicación se escucha cada vez más alto ante la alarmante falta de papeles femeninos interesantes, que plasmen el universo de mujeres de mas de 40 años y que estén dirigidas por directoras de cine. La inauguración de la 55ª edición del Festival de Cine de Gijón (FICX) con la ópera prima de la directora argentina Constanza Novick se antoja una reivindicación en este sentido: cine hecho por mujeres sobre mujeres, pero para todo el mundo. En este caso se trata de una relación de amistad que sobrevive, a lo largo de los años, a la infancia, la juventud y la madurez de dos amigas interpretadas por Dolores Fonzi y Pilar Gamboa. Sobre ellas recae el peso de una comedia estrenada en el Festival de Toronto y que ha dado el pistoletazo de partida ideal al estreno de Alejandro Díaz Castaño como director del FICX.

Scary Mother (Ana Urushadzde, Georgia)

La pesadilla de todo artista: convertirse en un psicópata sucio, loco, aislado e incomprendido. La georgiana Ana Urushadzde nos da un susto de muerte con una ópera prima que ya hizo las delicias en el vanguardista festival de Locarno. Manana es una madre con tres hijos y una obsesión: terminar una novela de terror extremadamente autobiográfica. El artefacto estalla en sus manos cuando le hace una lectura a su familia, en la que ninguno de sus miembros queda en buen lugar. La historia se desarrolla como una pesadilla, en la que todos los elementos suman: el tono grisáceo de la película, el inclemente brutalismo soviético de las localizaciones georgianas, la desasosegante banda sonora y, sobre todo, la soberbia actuación de la actriz Nato Murvanidze.

 

La vida lliure (Marc Recha, España)

Si Scary Mother apuesta por el feísmo, La vida lliure es belleza en cada plano. La isla de Menorca es el escenario de esta sutil película de época, en la que dos hermanos catalanes se ven desterrados a vivir en la ínsula con su tío, un recio campesino interpretado por Miquel Gelabert. Las olas y el viento son una inmejorable banda sonora que se ve interrumpida, en algunas ocasiones, por una música que se antoja innecesaria. El sonido del mar y del aire nos invitan a dejarnos mecer por la historia de dos niños (Macià Arguimbau y Mariona Gomila) a los que ama la cámara. Los intensos ojos azules de Arguimbau parece reflejar la pureza y transparencia de unas aguas mediterráneas, que recuerdan a los anuncios tan mediterráneamente filmados. La narración (en voz en off) se alterna equilibradamente con la sensorialidad de los elementos naturales en un bello cuento en el que algunos ven ecos de La Isla del Tesoro de Stevenson y en el que hay un ‘pirata’ interpretado por Sergi López. El broche a esta sencilla pero emotiva película lo ponen unos créditos animados que rompen con el tono pausado del noveno largometraje de Recha.  Como personaje silente no nos podemos olvidar de la bella playa des Bot, a apenas 12 kilómetros de Ciutadella, pero que en este film parece perdida en algún recóndito punto del Mediterráneo.

En attendant les hirondelles (Karim Moussaoui, Francia-Alemania-Argelia-Qatar)

Avalada por la sección ‘Un certain regard’ de Cannes, el director argelino Karim Moussaoui nos ofrece una más que digna ópera prima en la que se entrecruzan varias historias, mientras recorremos el bello país norafricano. Es un hilo muy fino el que une sus tres relatos: un matrimonio que se extingue, uno que jamás se consumará y, finalmente, uno que acaba de nacer. Son historias que captan la atención del espectador, aunque sufra algunos altibajos o sobresaltos insospechados como una escena musical al más puro estilo Bollywood. Mientras Moussaoui sigue la vida de sus personajes, nos muestra una Argelia sometida a las tensiones entre una burbuja inmobiliaria, omnipresente a través de hospitales, carreteras y viviendas en construcción, y la opresión de un velo en constante quita y pon, que termina ridiculizado por Aïcha (la francoargelina Hania Amar) durante un baile lleno de libertad, pero filmado de manera algo fallida.

 

En attendant les barbares (Eugène Green, Francia)

Estreno mundial de director francoamericano Eugène Green. El realizador aprovecha un taller con actores para rodar una película, en la que un grupo de forajidos de distinto pelaje se refugian en un monasterio huyendo de unos bárbaros, que, en ocasiones, podrían ser terroristas del ISIS y, en otros, cualquier enemigo. Hasta uno mismo. Green se sirve de un trabajo actoral que desata las risas del público con una ironía, que se entremezcla con textos artúricos pinturas medievales. Para iniciados.

 

El domingo (Ramón Salazar, España)

El domingo es un corto y un prólogo. Una pieza de algo más de siete minutos que tiene su estreno mundial en Gijón y el avance de La enfermedad del domingo, el cuarto largometraje del director malagueño Ramón Salazar. Cuenta Salazar que, de pequeño, detestaba esas tardes plúmbeas en las que todo estaba por terminar y nada por comenzar. Basándose en esa sensación infantil, el director se pregunta qué pasaría si, en ese momento tan terrible de la semana, tu madre te abandonara. Es lo que le ocurre a Chiara (Bruna González) tras salir con su padre (David Kammenos) a pasar el día en su lago favorito. Salazar vuelve a mostrar su fascinación por las tomas subacuáticas, un mundo que discurre con sus propios tiempos y sonidos. El domingo es un sugerente bocado de un largometraje en el que el autor ha trabajado codo con codo con la actriz Susi Sánchez preparando el papel y que también protagoniza Bárbara Lennie, musa del cine (no ya tan) indie.


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