Carlos Violadé Guerrero nada ya a braza hacia el Goya. Tras sumar premios en festivales y alzarse como mejor corto andaluz, Foreigner ha conquistado a los espectadores con una historia en alta mar que apela a nuestra humanidad a través de una mirada limpia de prejuicios. Está nominado al Goya como mejor cortometraje

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30 Dic 2019
Alejandro Ávila
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“Me imaginé tragado por el mar y arrastrado por las corrientes”. Riesgo. Es una palabra que el cineasta Carlos Violadé repite mucho. Sus personajes corren riesgos, su equipo corre riesgos, él corre riesgos al imaginar una ambiciosa historia en alta mar que terminó fructificando en un cortometraje, Foreigner.

Y el riesgo ha tenido su recompensa. Foreigner ha logrado conectar con el espectador, logrando varios premios del público, y consiguiendo una nominación a los próximos premios Goya. Una tarea compleja, que se ha construido sobre una carrera de fondo por festivales de prestigio como Zinebi (Bilbao) o Busan (Corea del Sur) y el premio a mejor corto Asecan del Cine Andaluz.

Violadé nos atiende en la terraza de su hotel familiar, el Amadeus, restaurado por él mismo -la arquitectura es su otra profesión- y por el que han pasado personalidades del mundo del cine como Helena Bonham Carter, que ensayó aquí una de las escenas de la última temporada de The Crown.

Spielberg cuenta siempre lo complicado que fue rodar Tiburón en mar abierto. ¿Qué dificultad ha entrañado para ti rodar Foreigner de noche, en el mar y con varias tomas bajo el agua?

Lo he vivido yo mismo y supone muchas dificultades. Eran cosas que no podíamos prever. Rodando en el mar te das cuenta de algo que ocurre en todos los rodajes y se potencia en el mar: la incertidumbre. La improvisación es necesaria, el mar cambia y te tienes que adaptar. Nos planteamos hacerlo en un plató, pero la historia necesitaba que tomáramos riesgos.

“Nos planteamos hacerlo en un plató, pero la historia necesitaba que tomáramos riesgos”

Las tomas acuáticas son muy especiales. ¿Cómo las planificaste?

Teníamos cámara en mano en la barca, acuática en superficie y acuática submarina. José Manuel Herrero Gaspar (Lo imposible) hacía las tomas subacuáticas y acuáticas de superficie. Estaba planificado así, porque cada vez que cambias la lente de la acuática, lleva mucho tiempo. Mientras hacíamos planos subacuáticos, tratábamos de hacer tomas con el director de fotografía, Manu Trillo, en la barca.

Tu película lanza un mensaje sobre quiénes somos como sociedad y cómo tratamos al que viene de fuera. ¿Cómo surgió esta historia?

Surgió en unas vacaciones en la costa de Cádiz, con la mezcla de ingredientes que se dan en el sur. Vivimos un momento muy bonito con amigos, frente al mar, tomando pescado a la brasa y un amigo me llevó a su barco varado. Él nadaba más rápido, se adelantó y me recogió con el barco. Por la noche me puse pensar que habría pasado si no hubiera arrancado la barca, me imaginé tragado por el mar y arrastrado por las corrientes.

“Me imaginé tragado por el mar y arrastrado por las corrientes”

Ese fue el origen…

Sí. Lo que me interesa es hablar sobre el concepto de extranjero, qué es ser extranjero en una sociedad donde surgen cada vez más extranjeros y somos cada vez más extranjeros. El elemento de humanidad, independientemente de la raza.

 

¿Cómo has ido construyendo este proyecto?

Estaba en proceso de escritura de un largometraje cuando se me ocurrió esta historia. Al ser una historia ambiciosa, necesitábamos apoyos: inversión propia, ayudas públicas de la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales y del lCAA, donde ha tenido buena recepción. Todas las piezas han sido absolutamente necesarias. A nivel de producción y rodaje, necesitábamos que las condiciones y el clima nos acompañaran y que el mar nos dejara contar la historia. A las cinco horas de terminar el rodaje en Alicante, cayó la gota fría y nos dimos cuenta de lo frágil que era todo.

¿Cuál ha sido el presupuesto?

120.000 euros de presupuesto, más la promoción y la distribución. Rodar en agua con dispositivos de seguridad requiere una inversión importante. En ese sentido, tanto Julio (Vergne) como yo no hemos escatimado. Queríamos hacerlo todo con las mayores garantías de seguridad.

 

¿Qué localizaciones aparecen en tu corto y por qué las has elegido?

Aparecen dos lugares: Conil de la Frontera (Cádiz), donde rodamos la parte del chalet y el desembarco, y Alicante, en la cala del Moraig (Benitachell). Necesitábamos tener una alternativa de rodaje, por si algo salía mal. Saltó el levante y, tal y como estaba diseñado por dirección de producción, invertimos un día de traslado a Alicante. Al final jugó a nuestro favor, porque el agua era más cálida.

 

¿Cómo fue el trabajo con Josh Taylor, el protagonista? ¿Por qué lo elegiste?

Es un actor que va in crescendo y ha trabajado en varias series inglesas, que se están rodando y terminando ahora. Creo que es un actor que va a dar mucho que hablar. Tuve la surte de conocerlo por casualidad en Inglaterra. Acababa de terminar el guion de Foreigner, me fijé en él y le hice una prueba. A pesar del idioma, fue muy fácil trabajar con él. Todos nos quedamos bastante impresionados.

 

La película ha tenido un largo recorrido por festivales y premios. ¿Cómo ha sido esa carrera?

Los primeros ocho meses no lo quería nadie. El distribuidor estaba preocupado porque no conseguíamos estrenar, pero ha sido un trabajo de perseverancia. Nos pedían que repensáramos la duración, 27 minutos, un tiempo que resulta complicado de programar para un festival. Y eso se ha notado. Las selecciones no han sido tan numerosas, pero cuando las ha habido, han venido con un reconocimiento.

“El premio Asecan nos dio un impulso y un reconocimiento en nuestra tierra para un equipo mayoritariamente andaluz”

¿Crees que el premio a Mejor Corto en el Premio Asecan del Cine Andaluz lo ha impulsado a la nominación como mejor corto para los próximos premios Goya?

Creo que sí. El premio Asecan fue el primero que tuvimos. Estrenamos en Zinebi y tuvimos el premio del público. Lo siguiente fue el Asecan, que nos dio un impulso y un reconocimiento en nuestra tierra para un equipo mayoritariamente andaluz. Luego vino Mecal y el corto comenzó a moverse mucho más. Contar con ese palmarés ha sido determinante para que la vean con otros ojos.

 

¿Por qué crees que tu corto está conectando con los espectadores?

Mi sensación es que la gente se llega a identificar con la parte más humana. Mi intención siempre ha sido hacer una película en la que no se emita un juicio, sino que los hechos desencadenen las emociones. He hecho ese ejercicio de no enjuiciar al que se siente a salvo o está en peligro. Es necesario para que el espectador no se sienta atacado. Todos nos hemos imaginado en una situación de peligro en medio del mar y eso conecta con un sentimiento muy primario de supervivencia.

“He hecho ese ejercicio de no enjuiciar al que se siente a salvo o está en peligro. Es necesario para que el espectador no se sienta atacado”

La primera vez que supe de ti fue hace unos en Berlín, donde andabas buscando financiación para un largometraje sobre una expedición a Marte, Red Earth. ¿Qué te lleva a apostar por proyectos tan ambiciosos?

Yo no lo decido, las historias surgen. Contamos historias, porque percibimos que merece la pena contarlas. Las dos últimas historias son ambiciosas. Si yo decidiera cuáles son las historias que me gustaría contar, no surgirían desde esa pasión. Trato de ser consecuente y trato de contarlas desde esa verdad. Mi anterior corto era en una habitación de noche y fue más cómodo de hacer, pero no somos dueños de la comodidad de las historias.

 

¿En qué momento se encuentra Red Earth?

Estamos en la octava reescritura y queremos lanzarlo cuando tengamos un guion sólido. Otros proyectos menos ambiciosos puedes lanzarlo antes y los puedes ir reescribiendo. En este caso, al ser una coproducción internacional (Alemania, Canadá) y ser mi primera película, el guion tiene que estar lo suficientemente maduro para que tenga credibilidad.

 

¿Cuáles son los escenarios de Red Earth?

El 80% está rodado en una nave espacial. Para mí, lo importante de la película es la relación de los personajes y la exploración en la condición humana, más que en el espacio exterior. Me interesa esa profundidad en los personajes y cómo nos sentiríamos en un viaje así. A la Luna son cuatro días de trayecto, pero un viaje a Marte supone entre 220 y 240 días. Luego tienes que estar un año y medio allí, hasta que se abra la siguiente ventana de lanzamiento. Son dos años y medio. La preparación psicológica de los astronautas es fundamental.

 

Personas puestas al límite. ¿Conecta el argumento de Red Earth con el de Foreigner?

Si, totalmente. Se lleva a los personajes a una situación límite, donde ese conflicto te lleva a sacar lo mejor y lo peor del ser humano. Es interesante que a través del cine podamos vivir situaciones limites, para conocernos mejor como especie. En Foreigner es un personaje solo en mitad del mar y en Red Earth son cinco personas a diez millones de kilómetros de la Tierra.

 

¿Qué cine te interesa y te inspira?

Me interesa todo cine que me haga transformarme de alguna manera, sin importar el género. En Jacques Audiard, siempre hay una mirada que te amplía la percepción de la realidad. O Ramón Salazar. Son cineastas que se arriesgan y se la juegan en su búsqueda de algo más.

 

Riesgo es una palabra que has empleado varias veces en esta entrevista. ¿Qué significa para ti?

No querer conformarte. La propia vida es una búsqueda en la que, para encontrar cosas nuevas y vivirla intensamente, necesitas arriesgar. Vivimos buscando la seguridad, pero esa seguridad se está volviendo en contra de nosotros, al impedirnos vivir con intensidad.

 

¿De qué manera conecta tu profesión de arquitecto con tu vocación de cineasta?

La arquitectura es una carrera muy humanista, que te deja formarte en otros lenguajes, ya que la inspiración puede llegar de un poema, una película o un libro. Esa sensación para tratar de crear algo interesante. En cada edificio tratas de proponer algo que sea especial, porque va a estar ahí durante mucho tiempo. Con las películas ocurre lo mismo, aunque no sea material. La gran diferencia es que en el cine tienes a todo un equipo buscando crear una obra artística y en la arquitectura hay que convencer a mucha gente para hacer algo especial.

“La arquitectura es una carrera muy humanista, que te deja formarte en otros lenguajes, ya que la inspiración puede llegar de un poema, una película o un libro”

¿En qué momento ves el mundo del cortometraje?

Cada vez hay más propuestas y diversidad de miradas. Es muy inspirador ver cortos y sentir que esa libertad de expresión es cada vez más numerosa. Con un corto, lo que importa es que te llegue, sea una superproducción o rodado con un móvil… cualquier historia te puede conmover.

 

Este año, el cine andaluz ha sumado 25 nominaciones a los premios Goya y la mitad de las nominaciones en tu categoría son andaluzas. ¿En qué momento ves el cine andaluz?

Lo veo en un momento de expansión. Hay muchas miradas puestas en lo que se hace en Andalucía y creo que es un momento en el que tenemos que cuidar todo lo que se viene construyendo desde hace años.

 

¿Qué puede aportar en este panorama la creación de una asociación de productoras de cine andaluz como Ancine?

La creación de Ancine me parece una gran iniciativa. Para nosotros, Labalanza producciones, es la primera vez que pertenecemos a una asociación y nos parece que nace en un momento muy importante para el cine andaluz. El propósito es la unión de todos los productores de Andalucía para que juntos sumemos, estemos más conectados, nos ayudemos y logremos objetivos comunes. Sin duda va a ser una plataforma clave y queríamos formar parte de ella.


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