El Museo Picasso de Málaga se acerca a los universos creativos de estos dos iconos de la cultura europea contemporánea con la exposición ‘Y Fellini soñó con Picasso’. Una muestra de marcadísimo acento cinematográfico, un divertimento visual delicioso que se complementa con un documental de Isaki Lacuesta narrado por Emma Suárez.

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22 Feb 2018
Amalia Bulnes
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En los sueños, como en el cine, todo es posible. Son dos espacios de libertad creativa sin puertas ni paredes, el paraíso donde habita lo irrealizable, el limbo donde van a parar la quimera, el absurdo, los amores imposibles y los encuentros improbables. De esto último habla Y Fellini soñó con Picasso, la nueva exposición temporal abierta en el Museo Picasso de Málaga, hasta el 13 de mayo, en la que participan el Festival de Cine Español de esta ciudad y la Cinemathèque Française.

Y es que, efectivamente, ajustándonos a la literalidad del título de la muestra, Fellini soñó con Picasso. Hasta en cuatro ocasiones aparecen documentadas en El libro de los sueños del cineasta italiano; una suerte de diario personal, a medio camino entre el cómic, el cuento y un story telling, en el que Fellini describió y dibujó cada uno de sus sueños, durante más de 30 años, siguiendo las indicaciones de su psicoanalista Ernst Bernhard.

Es, por tanto, una exposición delirante, un divertimento donde conviven obras de Picasso deliciosamente seleccionadas en torno al imaginario en el que coinciden ambos genios creativos; dibujos de Fellini a bolígrafo y rotulador -recuerdos de sus inicios profesionales como dibujante para periódicos y revistas-, jocosas fotografías de ambos personajes en contextos de intimidad y absoluto desenfado; documentos personales, una primera edición de El libro de los sueños, donde impacta el color vibrante de sus dibujos; e incluso un audiovisual del director Isaki Lacuesta con voz de la actriz Emma Suarez que documenta las sensibilidades comunes de estos dos genios de la cultura europea del siglo XX.

Y es que, efectivamente, como hecho para la contemplación artística, esta exposición tiene mucho de experiencia cinematográfica, por cuanto permite al espectador introducirse en la producción fílmica de un personaje de la genialidad como Fellini a través, precisamente, de su imaginario onírico. El director de La dolce vita tuvo, efectivamente, que conformarse con los sueños para relacionarse con el artista malagueño, puesto que las bromas del destino impidieron que nunca se conocieran, que jamas coincidieran en las coordenadas espacio-tiempo: visitaron el Festival de Cannes en una misma edición, pero no se vieron; y lo más sorprendente, vivieron en la misma calle de Roma, la vía Margutta, pero en diferentes momentos de sus vidas.

Dibujo de 'El libro de mis sueños' de Fellini donde documenta su primer encuentro onírico con Picasso.

Dibujo de ‘El libro de mis sueños’ de Fellini donde documenta su primer encuentro onírico con Picasso.

Así las cosas, Pablo Picasso aparece representado en un primer sueño de Fellini el 22 de enero de 1962, en el que Fellini y su esposa Giuletta Masina visitan la casa del malagueño, se reúnen en su cocina donde comparten una escena de amistad: “Estábamos en una cocina, era claramente la cocina de su casa, una enorme cocina repleta de comida, de cuadros, de colores… Hablamos toda la noche”, escribe Fellini. Cinco años más tarde, el 18 de enero de 1967, sueña de nuevo con Picasso y anota en su cuaderno: “Toda la noche con Picasso, que me hablaba, me hablaba… Éramos muy amigos, me mostraba un gran cariño, como un hermano mayor, un padre artístico, un colega que me coloca a su altura, alguien de la misma familia, de la misma casta…”. Hay un nuevo sueño en 1968, que no dibuja pero sí redacta, en relación a una falsa noticia sobre la muerte de Picasso. Finalmente, en julio de 1980 (el pintor llevaba siete años muerto), Fellini describe su cuarta y última ensoñación, en la que asegura que éste vuelve a hablarle como un amigo y un maestro: “Sueño con Picasso (un poco más desmejorado, consumido, pero todavía muy vital) que me habla sin parar”.

Sobre estos cuatro episodios, la doctora en Historia del arte y comisaria de esta muestra, Audrey Norcia, ha diseñado una exposición que pretende ofrecernos un perfil casi personal, absolutamente humano en el amor de ambos por la vida, tanto de Fellini como de Picasso, quienes “nos han dejado una obra colosal y visionaria, por lo que el encuentro aquí propuesto no debe ser entendido como una comparación, sino como un diálogo”.

La muestra está dividida en cuatro espacios de inspiración común entre ambos artistas: el circo, los arquetipos femeninos, la antigüedad y los procesos creativos.

En cuanto al imaginario circense, si en Picasso su obra está habitada por arlequines, acróbatas y bufones, por la de Fellini -influida sin duda por la Commedia Dell’Arte- también desfilan grotescos personajes, como se puede rastrear en películas como Luces de variedades (1950) y Los Clowns (1970). Los arquetipos femeninos son, sin duda, la coincidencia más evidente en ambos personajes: de Olga Khokhlova -primera mujer de Picasso- a Anita Ekberg -la inolvidable Sylvia de La dolce vita– las mujeres del pintor y el cineasta son diosas de la antigüedad, musas, modelos, madres y mitos eróticos, objetos de deseo y motivos de admiración.

Proyección incluida en la exposición 'Y Fellini soño con Picasso'.

Proyección incluida en la exposición ‘Y Fellini soño con Picasso’. © MPM/jesusdominguez.com

En el espacio dedicado a la antigüedad, el Mediterráneo es el nexo de unión, donde conviven faunos y minotauros, ménades y otras criaturas mitológicas. Y aquí aparecen fotografías y dibujos en torno a películas como Satiricón (1969), Roma (1972) y Amarcord (1973). Y finalmente, la muestra termina con un análisis de los procesos creativos de estos dos gigantes de la cultura europea. En este último rincón predominan los dibujos y bocetos. La relevancia que los trabajos preparatorios tuvieron para Picasso queda demostrada por la documentación fotográfica, cuadernos de notas y dibujos que se han conservado hasta hoy. Pero también en Fellini puede constatarse cómo, antes de comenzar a rodar una película, pasaba la mayor parte de su tiempo dibujando personajes, caricaturas y escenografías.

La exuberante fantasía, el humor de tintes surrealistas, la sexualidad, el carácter latino y mediterráneo de ambos se puede rastrear hasta en la hoja de sala de la exposición, maravillosamente ilustrada por el pintor sevillano Curro González, quien ya homenajeara a Fellini en el cartel del Festival de Cine de Europeo de Sevilla de 2014 con una célebre secuencia de la película Ocho y medio.

Imagen de portada: “Federico Fellini durante el rodaje de La dolce vita“, fotografía de la Colección Fondation Jérôme Seidoux-Pathe © 1960.


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