Daniel Diosdado estrena en el Festival de Málaga una comedia romántica, producida por el malagueño Ezekiel Montes rodada en la Costa del Sol, en la que “la premisa era no tomarnos la vida demasiado en serio”

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17 Mar 2019
Néstor Cenizo
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Hace ya 23 años que Fernando León de Aranoa alumbró Familia, una comedia brillante y negrísima sobre la institución más antigua del mundo. Allí se nos contaba cómo un hombre solitario y amargado se había comprado unos parientes: había contratado unos actores y les había asignado los papeles de madre, hijos y demás familia. León de Aranoa puso el dedo en una llaga que todos llevamos: la familia no se elige.

A la familia se la sufre y, a veces, se la disfruta. Algo así viene a decir también Este amor es de otro planeta (Daniel Diosdado), que este sábado se ha estrenado en la sección oficial fuera de concurso del Festival de Málaga. Sin embargo, en esta no aparece ni por asomo el talento que brotaba en la opera prima de León de Aranoa.

Este amor es de otro planeta es una película de producción malagueña, rodada entre la capital de la Costa del Sol y el castillo de Iznájar, en Córdoba, un lugar ideal para contar la historia de una familia que espera el advenimiento de los extraterrestres, que los llevarán a un lejano exoplaneta. A este acontecimiento de dimensión planetaria se enfrenta sin comerlo ni beberlo un pobre enamorado. El desgraciado fue a encontrar el amor de su vida en una chica que ocultaba lo profundamente flipada que estaban ella, y su familia.

Este amor es de otro planeta

Decía Ezekiel Montes, productor y coguionista de Este amor es de otro planeta que esta película no se toma en serio el amor, ni las relaciones, ni el romanticismo, y es cierto. El problema es que a veces tampoco parece tomarse en serio a sí misma. Por momentos, el protagonista parece el sujeto de una broma de cámara oculta y hasta bien entrada la película uno espera por el bien de todos que así sea. Pero no.

Diosdado: “La premisa es aceptarse a sí mismo y al otro”

El caso es que la película parte de una premisa bien interesante, que ha explicado su coguionista (junto con Cristina Hernández Jarrillo): “Queríamos contar una historia en la que las personas se aceptaran con sus creencias y sus locuras”. “La premisa es aceptarse a sí mismo y al otro, no juzgarle, y no tomarnos la vida demasiado en serio”, ha añadido el director, Daniel Disodado.

Lo decíamos antes: no elegimos familia. Ante eso, cabe aceptar a cada pariente con sus taras o salir corriendo. Sin embargo, sí elegimos pareja y lo que viene con ella. El personaje central de Este amor es de otro planeta, interpretado por el monologuista Kaco Forns, se debate entre seguir a la mujer (Elena Martínez) con la que se quiere casar, a pesar de que su familia (y ella misma) dejan a Raticulín al nivel de un principiante de las chaladuras. Elegir suegros es una decisión difícil. Los del sufrido enamorado se llaman Bantú y Morgana.

Este amor es de otro planeta

Este es el eje para desarrollar una comedia que, sin embargo, no termina de funcionar. Tarda uno de pillarle el punto a lo que no deja de ser una comedia romántica (ese cuarto de hora inicial…), que mezcla mal con un eje argumental marciano. Quizá a la película le hubiese venido mejor soltar definitivamente las amarras con la cordura.

Puestos a contar chifladuras, da por pensar qué hubiese pasado si la trama se hubiese desviado hacia la macarrada total. En lugar de eso, Este amor es de otro planeta acaba por caer en las redes del amor romántico, a pesar de Raticulín.


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