Claudia Cardinale y Sergio Leone

Se cumplen 50 años del rodaje en Almería de ‘Hasta que llegó su hora’, protagonizada por Claudia Cardinale. Repasamos las claves de la gran obra maestra de Sergio Leone

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12 Oct 2018
Juan Gabriel García
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El regreso a Tabernas de Claudia Cardinale, la gran musa de Sergio Leone y del western europeo, para recibir el Premio Tabernas de Cine en el Almería Western Film Festival, ha supuesto un gran acontecimiento con el que este municipio salda una especie de deuda emocional con la actriz, su director y con la película que los fusionó para siempre en el árido paisaje de la tierra del Indalo como telúrico fondo: Hasta que llegó su hora.

Claudia Cardinale ha recibido su homenaje este jueves en la plaza del Oasys Mini Hollywood. Supone un nuevo reencuentro con la tierra en la que alcanzó el estrellato. En 2004 recibió el Premio ‘Almería, Tierra de Cine’ en el Festival ‘Almería en corto’, hoy Festival Internacional de Cine de Almería, y donde ha rodado otras dos películas: Mando perdido (Mark Robson, 1966) y Twice upon a time in the west (Boris Despodov, 2015).

Cincuenta años se cumplen del rodaje en la provincia de Almería de Hasta que llegó su hora, para muchos la gran obra maestra de Leone y una de las mejores películas que jamás se han cristalizado en estos paisajes. Como dijo una vez un Carlos Pumares pre-Crónicas Marcianas en el mítico Polvo de estrellas de Antena 3 Radio, “es como si Ingmar Bergman hubiese hecho un western, los personajes no hablan…, ¡se miran!”.

 

Romper con la ruptura

Sergio Leone quería enterrar su aclamada trilogía del dólar, formada por: Por un puñado de dólares, La muerte tenía un precio y El bueno, el feo y el malo, para iniciar una nueva era en su filmografía, que a la postre también se agrupó en otra trilogía, la de Érase una vez…, en referencia a los títulos originales de sus siguientes trabajos: Once upon a time in the west, estrenada en España como Hasta que llegó su hora; Once upon a time in México, que finalmente no tuvo ese título y que en España se llamó ¡Agáchate, maldito!; y su gran testamento cinematográfico, Érase una vez en América.

Hasta que llegó su hora se le presentó a Leone como una oportunidad de finalizar con el estilo revolucionario y rupturista de su primera trilogía, donde generó un decálogo narrativo y estético que sigue vigente en la actualidad. Reinventó los códigos del género más rígido y provocó una situación tan inverosímil como que la industria estadounidense emulase su forma de entender el western, al modo italo-latino-mediterráneo.

Claudia Cardinale en Hasta que llegó su hora.

Claudia Cardinale en ‘Hasta que llegó su hora’.

Henry Fonda, Charles Bronson y Jason Robards dieron vida a los personajes que giran en torno al poder seductor de Jill McBain (Claudia Cardinale). Las principales localizaciones en Almería se ubicaron en el Paraje de Hazas Blancas, donde se construyó el rancho de la familia de Jill. En ese entorno se levantó más de un kilómetro de vía férrea. Hoy este lugar se ha convertido en el Western Leone, un poblado que compagina la actividad turística con los rodajes.

También se localizaron escenas en la provincia de Granada, en La Calahorra y las cercanías de Guadix, donde se rodaron las secuencias con estaciones de ferrocarril, como la espectacular de los títulos de crédito, en la que tres matones esperan que llegue el tren en el que viaja Harmónica, Charles Bronson, para acabar con él. Casi diez minutos pasan hasta que en la pantalla se puede leer “Directed by Sergio Leone”. Algo impensable que pueda ocurrir en el cine actual. El rodaje en Guadix cuenta con un trágico capítulo. El actor Al Mulock, uno de los tres matones del principio, acabó con su vida tirándose por la ventana del hotel.

Con Hasta que llegó su hora Leone quiso dar un puñetazo sobre la mesa y demostrar a los críticos que no se habían tomado en serio sus anteriores películas, que era capaz de rodar un western al estilo clásico, en la línea de su ídolo John Ford. Y lo consiguió, y además sin perder la esencia de su personal visión. Se permitió el lujo de rodar una pequeña escena en el mismísimo Monument Valley en Arizona, escenario de tantos míticos westerns.

 

Una película coreografiada

Uno de los aspectos más soberbios de Hasta que llegó su hora lo encontramos en su banda sonora, en la partitura compuesta por Ennio Morricone y su casi mágica mímesis con las imágenes. A diferencia de lo que habitualmente ocurre en el cine, que la música constituye uno de los aspectos que se trabajan en la parte final, en la posproducción, aquí se rompió la norma y antes de que comenzase el rodaje los temas principales ya se habían compuesto y grabado.

Sergio Leone. Algo que ver con la muerte (T&B Editores) es el título del extenso estudio que Christopher Frayling dedica a la vida y obra del autor romano. En este trabajo, Frayling recoge unas declaraciones de Claudia Cardinale en las que detalla esta peculiaridad: “Sergio trabajó conmigo de una forma afectuosa e inteligente: cada vez que tenía que interpretar una escena, ponía mi música, la música para mi personaje. Y esto me ayudaba realmente a concentrarme, a retirarme del mundo real”.

Luis Miguel Carmona, crítico experto en música de cine, afirma en su libro Música y cine (T&B Editores), en referencia al trabajo de Ennio Morricone en Hasta que llegó su hora que “puede ser considerada como una de las más completas partituras de la historia del cine con temas legendarios como el principal, ‘Adiós Cheyenne’, y ‘El hombre de la Harmónica’”.

Ennio Morricone grabó un mensaje en vídeo para el Almería Western Film Festival en 2016, gracias al realizador Guillermo Oliveira, que lo entrevistó para el documental Sad Hill Unearthed, que también se proyectará este año en la sección oficial a concurso y que se estrena en salas el 19 de octubre.

En aquel mensaje Morricone dijo: “Nunca he estado en Almería, pero la he visto muy bien en las películas de Sergio. Es una tierra de gran belleza, debo de decir que es muy bella, pero hay una palabra aún mejor, maravillosa. Los recuerdos que tengo de esta tierra son a través de cómo la filmó Sergio, de una manera muy poética”.

 

Carlo Simi

Otro nombre de peso de Hasta que llegó su hora que ha tenido su reconocimiento en el Almería Western Film Festival es el del director artístico Carlo Simi, junto a Morricone, uno de los más estrechos colaboradores de Leone. Simi recibirá a título póstumo el Premio Leone In Memoriam, distinción que el festival entrega a grandes personalidades de la historia del western en Almería que ya no se encuentran con nosotros.

Además de este homenaje, se puede ver en la primera planta del Teatro Municipal de Tabernas, donde se proyectan las cintas de la sección oficial, la exposición titulada ‘Carlo Simi: los diseños de Hasta que llegó su hora’, que ha contado con la colaboración de familiares del director artístico y el comisariado de Fernando Contreras Díaz. Se podrá visitar hasta la clausura del Festival.

La exposición reúne diseños originales de los figurines de los personajes de Charles Bronson, Henry Fonda y Gabriele Ferzetti, o las escenografías de la casa de McBain o el Hotel Saloon VIllaggio. Simi fue el creador de los principales poblados del Oeste que se construyeron en Almería en los años sesenta.

 

El villano

El peso del antagonista en esta película resulta crucial. Ese papel no podía recaer en cualquiera. Leone quería a Henry Fonda y colmar así la aspiración que tuvo de trabajar con el actor en el pasado. Antes Fonda no estaba a su alcance, pero tras el éxito de la trilogía del dólar Leone se convirtió en un director respetado en la industria.

Frayling cuenta en su libro que el primer guión que le llegó a Fonda fue una mala traducción del italiano que rechazó. Entretanto comentó con unos amigos que se tenía que reunir con un productor italiano para una posible película dirigida por un tal Sergio…, “¿Sergio Leone?”, dijeron sorprendidos. Entonces Fonda decidió llamar a un buen amigo, Eli Wallach, Tuco en El Bueno, el feo y el malo: “Le dije que no me entusiasmaba en absoluto el guión. No prestes atención al guión –me dijo Eli, encantado-, simplemente hazlo. Te enamorarás de Sergio”.

Fonda pensó que su personaje requería cierto acondicionamiento físico. Cubrió sus ojos azules con unas lentes de color marrón y se dejó un poblado bigote. Cuando se presentó en Roma, aquí hay varias teorías, Leone rechazó por completo ese aspecto. Y es que el efecto que Leone buscaba con la primera aparición en pantalla del personaje de Fonda era que el público se asombrase al comprobar que el líder de la banda que acaba de -ATENCIÓN SPOILER- aniquilar a una familia entera, emergiendo de la nada con la estilizada figura de los famosos guardapolvos, es Henry Fonda, la estrella que tantas veces ha representado el rol de la justicia, la moral y el bien en la gran pantalla. Los ojos marrones y el bigote habrían disipado ese impacto.

El escritor Carlos Aguilar destaca en su ensayo sobre Sergio Leone, publicado por Cátedra en 2009, la destreza que el cineasta mostró al dirigir a los actores: “Emerge así de la radiante Claudia Cardinale uno de los trabajos más carismáticos y envolventes de su nada ínfima filmografía, con riqueza de matices a cargo del gran Jason Robards. No obstante, es necesario destacar dos alardes prodigiosos, pues con ellos, por añadidura, Leone jugó mucho, pero ganó más: convertir al siempre seráfico y sereno Henry Fonda en un apestoso dechado de perversidad, por añadidura lasciva, y lograr que las limitaciones interpretativas de Charles Bronson cristalizaran en la caracterización de un personaje particular”.

Henry Fonda interpreta al enemigo de Claudia Cardinale en 'Hasta que llegó su hora'.

Henry Fonda interpreta al enemigo de Claudia Cardinale en ‘Hasta que llegó su hora’.

Valores noveles

Otra de las numerosas curiosidades que encontramos en Hasta que llegó su hora estriba en dos nombres que figuran como autores del argumento de la película, dos jóvenes que no mucho más tarde despuntarían internacionalmente en estilos completamente antitéticos: Bernado Bertolucci y Dario Argento. El primero sobresale como un referente del cine de autor con obras tan aclamadas como El último emperador, y el segundo destaca como maestro del cine fantástico y de terror con títulos considerados de culto como Rojo oscuro o Suspiria.

Y en este punto regresamos de nuevo a Frayling que, a su vez, cita a Oreste de Fornari, autor en cuyo libro dedicado a Sergio Leone en 1977, apunta que la incorporación de un personaje femenino tan fuerte en la historia se debe a Bertolucci: “Todavía me siento muy orgulloso de mi contribución a ese tratamiento. Convencí a Leone de introducir por primera vez el personaje de una mujer. De que aceptara ese personaje y se lo tomara en serio. Trabajé duramente en ello”.

El guión lo completaron Sergio Donati, otro de los nombres fundamentales en la trayectoria de Leone, su fiel guionista, muchas veces menoscabado en los créditos pero siempre al quite, y el propio Leone, que no era un guionista al uso pero poseía, como recuerdan muchos de los profesionales que trabajaron a su lado, una enorme capacidad para describir argumentos y, sobre todo, la composición de cada plano de la historia. Mickey Knox firma los diálogos en inglés.

 

¿Sophia Loren?

Y siguiendo con las curiosidades, ¿se imaginan que el papel de Jill lo hubiese interpretado Sophia Loren? Pues parece que en un momento determinado esa posibilidad pudo estar sobre la mesa. Según Frayling, el poderoso productor Carlo Ponti, marido de Loren, se mostró interesado en participar y, como detalla el investigador, “sorprendentemente no propuso a Sophia Loren para el papel”.

Cuando Sophia Loren vino el año pasado a Almería para recibir el premio homenaje del Festival Internacional de Cine de Almería se le preguntó si en algún instante de su carrera tuvo la oportunidad, o mostró interés, por trabajar con Sergio Leone. La actriz dijo que “aunque Leone ha hecho un cine extraordinario, creo que es un tipo de cine que yo no habría hecho”. La producción finalmente la asumió Leone y Fulvio Morsella para Rafran-San Marco-Miura.

Charles Bronson, un actor que expresaba más con la mirada que con la voz.

Charles Bronson, un actor que expresaba más con la mirada que con la voz.

Jill McBain

Entonces llegó Claudia para pasar a la historia. Para volverse eterna en un papel único en el western. El de una mujer fuerte que quiere romper con su pasado, pero cuando agarra el presente, su nueva vida en un rancho, descubre que la familia que le espera ha sido aniquilada. Entonces vuelve a empezar desde cero sin que nada frene su renovado impulso, ni siquiera la maldad encarnada por Frank, Henry Fonda.

Una mujer que no se deja acobardar por la violencia, que levanta los cimientos de su futuro, un futuro que pasa por el ferrocarril como metáfora de la llegada del progreso que acabará con la vida de los hombres del Oeste, donde ya no hay cabida para pistoleros a caballo.

Cuando el personaje de Cheyenne, Jason Robards, al que podríamos definir como un bandido romántico, coincide por vez primera con Jill, se genera una atmósfera llena de suspense y tensión sexual en la que se desconocen las intenciones de él. Entonces Jill, cargada de fuerza y confianza, le dice: “Estoy aquí en poder de un bandido que ha olido dinero. Si quieres puedes tirarme sobre la mesa y divertirte como quieras, y llamar a tus hombres también. Al fin y al cabo ninguna mujer ha muerto nunca por eso. Cuando hayáis terminado me bastará con un barreño de agua caliente y seré exactamente la misma de antes…, con un recuerdo asqueroso”. Cuando termina la frase deja sobre la mesa de un golpe seco una cafetera hirviendo, Cheyenne mira el humeante cazo, suenan los acordes asociados a su personaje, se quita una cerilla de la comisura de los labios, la cámara se acerca a su rostro con un movimiento de zoom, y suelta “por lo menos haces buen café”.

Hasta que llegó su hora es una película que eleva a la categoría de arte el uso de los silencios y las miradas. En muy pocas películas estos recursos gozan de tanto valor dramático, tanta fuerza, tanta expresividad. En el cine de Leone menos siempre es más, y con los diálogos a veces ocurre eso. Charles Bronson dice mucho más con una mirada que con varias páginas de guión.

Y en Claudia Cardinale recae la responsabilidad de que todo cobre sentido. Vertebra las historias, las emociones y las motivaciones de los personajes. La historia se mueve con ella y ella consigue canalizar los sentimientos del espectador. Cada plano es un hermoso lienzo con una cuidada composición, hay una búsqueda en cada imagen. La nostalgia, la melancolía, la tristeza al adiós y el amor imposible se muestran como otros sentimientos que nos golpean con fuerza.

La despedida de Harmónica y Jill en una sucesión de primerísimos primeros planos en los que cada centímetro de sus pieles nos explican todo lo que sienten, constituye otro momento inolvidable de la película. Él le dice –“Yo ya he terminado aquí”, se miran, el tiempo se dilata…, ella responde – “¿Pasarás por aquí algún día?”, y él, postrado en la puerta le mira a los ojos, se gira para contemplar el horizonte y contesta – “Algún día”.

La vida sigue, el tren se pone en marcha y el tiempo nunca se detiene. Cardinale podrá recordar durante estos días cómo se convirtió en el alma de una de las mejores películas de toda la historia. Como decía una de las frases publicitarias propuestas por la distribuidora Cinema International Corporation, cuando la cinta se estrenó en España: “Si no ha visto Hasta llegó su hora, no diga que sabe lo que es una película del Oeste”.


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