La pérdida y la soledad ante la muerte de nuestros seres queridos marca dos de las películas más emotivas de sección oficial de los premios días del Festival de Málaga: ‘Las niñas’ (Pilar Palomero) y ‘Un mundo normal’ (Achero Mañas)

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23 Ago 2020
Alejandro Ávila
the nest

“A mi madre”. Con esa dedicatoria culmina Achero Mañas su última y emotiva película, Un mundo mejor. Veinte años después de su durísima película El bola, Mañas regresa a la paternidad. Lo hace con Ernesto (Ernesto Alterio), que dista mucho de ser un padre ideal, pero está a kilómetros de distancia de aquel progenitor maltratador, interpretado brutal (y magistralmente) por Manolo Morón en la ópera prima del director madrileño.

Mañas logra encontrar el complicadísimo equilibrio entre la comedia y el drama, entre la risa y lágrima, partiendo de una idea (aparentemente) disparatada: un hijo que se rebela contra la familia, el orden y la ley y roba el cuerpo de su madre para cumplir con su último deseo: ser enterrada en el mar. Lo hace acompañado de su perra, su hija (una debutante Gala Amyach), mientras huye de la policía y las llamadas de su angustiada familia.

El director plantea así un dilema moral, obedecer a tu madre o acatar la ley, y sale victorioso en una película emotiva, con un excelente pulso narrativo, capaz de enfrentarse con sinceridad al desgarrador dolor del duelo por un madre. Ernesto Alterio vuelve a demostrar su maestría frente a la cámara, mientras recita a Oscar Wilde: “La vida es un teatro, pero tiene un reparto deplorable”.

‘Las niñas’: un retrato hondo y sutil de la orfandad

Nada deplorable es el reparto de Las niñas, el sólido debut tras la cámara de Pilar Palomero, que le valió su selección en la Berlinale y, ahora, en el Festival de Málaga. Ambientada en la Zaragoza del 92, Palomero exprime al máximo la naturalidad cinematográfica de un reparto de chicas que ríen, lloran y permanecen constreñidas y silenciadas por el severo mundo de los adultos. Un mundo al que empiezan a asomarse en su pubertad y que les plantea trabas constantes con su sexualidad, pasiones y afectos.

Probablemente lo más emocionante de Las niñas, el verdadero hallazgo de la directora aragonesa es su capacidad para retratar la orfandad: el hermetismo, los silencios y la inconsolable, larga y dura soledad que supone crecer sin uno de tus progenitores. Palomero logra culminar un retrato sutil y hondo sobre la orfandad.


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