Desde el mítico viaje de Méliès a las numerosas aventuras perpetradas en la edad de oro de la Serie B, el cine viajó a la Luna mucho antes de que Armstrong y Aldrin dejaran su huella en la superficie del satélite

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20 Jul 2019
Juan Antonio Bermúdez
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Neil Armstrong pisó la superficie lunar el 20 de julio de 1969, hace justo medio siglo. Pero el cine había estado allí mucho antes, casi desde su nacimiento. Desde el famoso cohete lanzado por George Méliès en 1902 que aterrizó en el ojo derecho de una Luna con facciones humanas, convirtiéndose en un icono del mismo cine, a las numerosas excursiones que la Serie B aventuró a mediados del siglo pasado, en plena carrera espacial, las aventuras lunares han sido muchas y muy peculiares. Recogemos aquí una docena.

 

Viaje a la Luna / Le Voyage dans la lune (Georges Méliès, Francia, 1902)

Méliès, que era sobre todo un gran ilusionista en el sentido más elogioso del término, ya había puesto a la Luna en el centro de su objetivo en 1898, en La Luna a un metro (Sueños de un astrónomo), donde el protagonista se queda dormido en su estudio ante una ventana y sueña con una Luna voraz que se traga su telescopio.
Más larga, compleja y conocida, Viaje a la Luna es un hito fundacional del cine de ciencia ficción. Como en el filme anterior, el satélite se representa con rasgos humanos, como una “cara”, recogiendo una tradición de numerosas culturas. Y es solo tras el famoso alunizaje en el ojo derecho cuando ya conocemos los detalles de su superficie: un decorado abigarrado que recuerda las selvas vírgenes que encontraban los colonizadores europeos y unos selenitas brincadores y que los expedicionarios fulminan a golpe de paraguas.

 

Nuevo viaje a la luna / Excursion dans la Lune (Segundo de Chomón, Francia, 1909) 

Asumido desde su título como una revisión del trabajo de George Méliès, este filme coincide con la etapa más prolífica y creativa del aragonés Segundo de Chomón, otro de los nombres fundamentales del cine mudo. La luna mantiene en ella su viso humano, aunque aquí el cohete alunizará en su boca abierta [la imagen de la portada corresponde a este filme], provocándole una vistosa erupción anaranjada. Con respecto a Viaje a la Luna (1902), hay unas pocas diferencias argumentales, como la inclusión de un ballet femenino con el que la corte selenita recibe a los expedicionarios terrestres, pero lo que más llama la atención es el coloreado artesanal de muchas partes del filme, técnica en la que Chomón era un especialista.

 

La mujer en la Luna / Frau im Mond (Fritz Lang, Alemania, 1929)

Con Fritz Lang y en general con el cine alemán que se hizo durante la República de Weimar, el cine de ciencia-ficción dio un gran salto cualitativo. Y no solo por su complejidad técnica e imaginaria sino por la profundidad filosófica de sus argumentos. El hito más conocido de esa etapa es Metrópolis (1927), pero solo dos años después Lang rodó esta otra obra maestra, en la que también contó en el guion con la compañía de Thea von Harbou.

En sus casi tres horas de metraje, caben además otros géneros, como el cine de gánsters, el romance o la divulgación científica, pero hay sobre todo dos partes bien diferenciadas: por un lado, la preparación del viaje, impulsado por la búsqueda de oro en las montañas lunares, anudando en la trama la generosidad y la codicia; y el viaje en sí, que idealiza una preciosa representación de los paisajes extraterrestres e instaura algunos tópicos, como la cuenta atrás en el lanzamiento del cohete o la aparición de un polizón. Si aún no la han visto, la tienen aquí.

 

Viaje cósmico / Kosmicheskiy reys: Fantasticheskaya novella (Vasili Zhuravlyov, URSS, 1935)

Algunas décadas antes de que la URSS y los EEUU se enzarzasen en la carrera espacial, los soviéticos quisieron dejar huella en el cine mediante una película dirigida a la juventud que cantase su poderío científico y anunciase un futuro triunfal en el que alcanzarían la Luna. Como se hacía con otros filmes pedagógicos, Viaje cósmico prescindió así de diálogos sonoros con la idea de que el idioma no supusiera una barrera y pudieran disfrutarla también en los territorios en los que no se hablaba ruso.

Ambientada en 1946, arranca en un futuro Moscú hipertecnologizado, presentado a través de extraordinarias maquetas diseñadas por el escenógrafo Yuri Shvets, antes de mostrar con detalle el viaje revolucionario que llevará con éxito a un viejo, una mujer joven y un niño (tres personajes arquetípicos que aluden a la tradición, el presente y el futuro) a los escarpados y desiertos parajes lunares. El éxito de la película no garantizó sin embargo la continuidad de su apoyo político, ya que a los pocos meses del estreno los órganos censores la consideraron demasiado frívola y decidieron cesar su distribución.

 

Las aventuras del barón Munchausen / Münchhausen (Josef von Báky, Alemania, 1943)
Con motivo del 25º aniversario de la UFA y en plena Segunda Guerra Mundial, el gobierno alemán dio vía libre a esta sorprendente adaptación del clásico literario de Rudolf Erich Raspe, rodada en color, con un presupuesto desorbitado y con la paradójica participación en el guion (oculta en los créditos) del escritor Erich Kästner, cuyos libros estaban prohibidos por los nazis. El viaje a la Luna es una más de las aventuras de este famoso personaje, pero su recreación en la película es tan maravillosa que merece aparecer en esta lista.

Tras muchas peripecias que le han llevado por diferentes países, el barón y su ayudante llegan en globo a una superficie lunar picuda y exuberante, llena de cráteres, géiseres, cerezos gigantescos y montañas blancas, un paisaje onírico que recuerda la naturaleza de Islandia o de Japón. El tiempo allí transcurre con más rapidez que en la tierra y lo primero que se le ocurre al barón es que su ayudante, el fiel Kuchenreutter, lo afeite. Pero cuando este apenas ha empezado a extender la espuma sobre la cara de Munchausen, cae desvanecido. Hasta ahí podemos contar. Merece la pena dejarse llevar por el delirio de esta joya, tan diferente por otra parte a la conocida versión que Terry Gilliam dirigió en 1988.

 

Con destino a la Luna / Destination Moon (Irving Pichel, EE.UU., 1950)

Con un estilo y un tono muy distintos, casi podría decirse que Con destino a la luna inaugura la ciencia-ficción espacial estadounidense, tal y como la iremos conociendo después, con su patriotismo épico y su despliegue de efectos especiales (no en vano ganó el Oscar en esa categoría). En su argumento, un equipo trabaja en una base secreta del desierto de Mojave sobre una nave propulsada con energía atómica que esperan que les lleve a la Luna, pero todo se complica cuando otro equipo de una potencia extranjera sabotea el proyecto y ellos tienen que adelantar el viaje para que no se les anticipen.

 

Las mujeres gato de la Luna / Cat-Women of the Moon (Arthur Hilton, Estados Unidos, 1953)
Entramos de lleno en la idolatrada Serie B con esta película, que plantea una historia bastante disparatada en la que una expedición terrícola aterriza sobre la cara oculta del satélite y descubre una comunidad formada por mujeres gato. En un principio, reciben a los astronautas con cordialidad y hasta les dedican un sensual baile de bienvenida, pero pronto descubriremos que las féminas felinas traman robar la nave y viajar ellas a la Tierra para liberar a las mujeres terrícolas del poder masculino. La curiosísima premisa deja ver en el argumento un desafiante feminismo que se diluye en soluciones precipitadas y convencionales. Pero si se asume como lo que es, cine de batalla, con su propia lógica, sus propios códigos y sus propios controles (o descontroles) de calidad, puede disfrutarse mucho.
Y si sabe a poco, los amantes de la Serie B tienen otro título fundamental que podría considerarse casi una revisión de este, Invasión a la Luna / Missile to the Moon (Richard E. Cunha, 1958), donde vuelve a presentarse una Luna habitada exclusivamente con mujeres.

 

De la Tierra a la Luna / From the Earth to the Moon (Byron Haskin, 1958)

El clásico literario de Julio Verne ha inspirado muchas de las excursiones cinematográficas a la Luna (desde la pionera de Méliès), pero cuando se ha querido trasladar con mayor fidelidad a la pantalla la verdad es que no ha conseguido resultados demasiado dignos. Uno de los mejores intentos es este, dirigido por Byron Haskin y protagonizado por Joseph Cotten y George Sanders.

Late también en todo el filme el encanto de lo imperfecto, muchas escenas rayan la caricatura vistas desde la perspectiva del espectáculo digital contemporáneo, pero tiene otros valores, además del de la mitomanía de lo cutre. Entre ellos, introducir en la historia un debate muy propio de la época en la que se rodó: las ventajas y los peligros de la energía nuclear. Y la verdad es que algunos de sus planos de una inédita atmósfera lunar rojiza tienen una extrañeza memorable.

 

Viaje a la luna / Rehla ilal kamar (Rehla Ela Al-Qamar) (Hamada Abdel Wahab, Egipto, 1959)

Bastante menos conocida que la inmensa mayoría de las obras occidentales de ciencia ficción, esta producción egipcia aporta un plus de curiosidad precisamente por venir de un contexto cultural diferente al que solemos asociar a la representación de la sci-fi espacial. Parece indudable en ella la influencia de Las mujeres gato de la Luna; como allí también en esta se presenta un satélite habitado solo por selenitas de género femenino. Su mayor cualidad es quizá plantear la historia abiertamente en clave de comedia, para mayor lucimiento de algunos de sus protagonistas, especialmente del popular Ismail Yassin, una suerte de Jerry Lewis árabe.

 

Un ratón en la Luna / The Mouse in the Moon (Richard Lester, 1963)

Richard Lester debutó en el largometraje con esta sátira corrosiva que pone en cuestión la bravuconería de la carrera especial en la que competían en aquellos años EE.UU. y la URSS, como una extensión más de la conocida Guerra Fría. Un imaginario y pequeño tercer país, Grand Fernwick, tiene problemas en sus infraestructuras de abastecimiento de agua y pide ayuda a los estadounidenses para desarrollar un ficticio proyecto espacial. Cuando los soviéticos se enteran, también quieren colaborar. Y en mitad de ese lío, para justificarse, el gobierno de Grand Fernwick tendrá que recurrir a un excéntrico científico que ha inventado un nuevo combustible a partir del vino. De todo eso no puede salir nada más que un divertido disparate con aventura lunar.

 

La gran sorpresa / First Men in the Moon (Nathan Juran, Gran Bretaña, 1964)
Adaptación del clásico de H.G. Wells Los primeros hombres en la luna (1901) que parte de un detonante cautivador: una expedición estadounidense se lleva una gran sorpresa a su llegada a la Luna, descubre una bandera británica que parece estar allí desde hace muchas décadas. Lo comunican a la Tierra y ese hallazgo desencadena una investigación en la que vamos descubriendo, a través de una ágil estructura de flashbacks, más detalles de esa otra olvidada expedición que se había llevado a cabo a principios del siglo XX. Con un acertado tono que oscila entre la comedia victoriana y el cine de aventuras monstruosas (inolvidable la representación de unos selenitas mitad humanos mitad hormigas gigantes), La gran sorpresa se ha convertido por méritos propios en otro gran clásico del cine de ambientación extraterrestre.

Cuenta atrás / Countdown (Robert Altman y William Conrad, Gran Bretaña, 1968)

Y cerramos esta lista con una película que se estrenó apenas un año antes del alunizaje del Apolo XI. Puede parecer algo sin importancia, pero eso la convierte en el último testimonio cinematográfico de la Luna previo a las imágenes de Neil Armstrong y Buzz Aldrin que daban testimonio audiovisual en movimiento de ese legendario “pequeño paso para el hombre y gran paso para la humanidad”. La Luna de Cuenta atrás es así la última imaginada sin ese referente. Y lo mismo ocurre con el viaje en sí de los astronautas.
Por su inmediatez con respecto a la hazaña real y por su ambición de recrear la carrera espacial con fidelidad siempre ha sido juzgada esta película con más severidad, remarcándose más que en otros casos anteriores sus desviaciones técnico-científicas. Pero más allá de esa comparación con los sucesos históricos deja otros detalles de interés, como por ejemplo la rivalidad entre los dos astronautas que se preparan para el viaje (James Caan y Robert Duvall) y la manera en la que se entrecruzan en sus abundantes diálogos todos los intereses que había en juego en la extraordinaria aventura de enviar a un ser humano a la luna: de la geopolítica a las tensiones familiares.


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