La Universidad Pablo de Olavide ha acogido en Carmona el curso ‘Los efectos especiales en el cine’ organizado por Miguel Olid

18 Jul 2018
Ignacio Gutiérrez
the nest

A medida que el cine hecho en Andalucía crece, se afianza a su alrededor la industria audiovisual. Con ella, perfiles profesionales técnicos como los efectos especiales, que van más allá de la creación de imágenes espectaculares, según explica el crítico de cine Miguel Olid. “Se trata de efectos que el público no imagina, como por ejemplo, el borrado de sombras o cuando un niño aparece descalzo cuando se grabó con zapatos”, comenta.

Para dar a conocer el trabajo de profesionales andaluces de este sector y su aportación al audiovisual, Olid ha organizado del 9 al 11 de julio Los efectos especiales en el cine, un curso de verano de la Universidad Pablo de Olavide que ha acercado a Carmona (Sevilla) a profesionales andaluces de efectos especiales físicos, digitales y maquillaje.

Para el técnico de efectos especiales Fidel Pérez, se trata de un colectivo profesional que no es tan visible como la dirección, la producción o la interpretación. “Dentro del sector, la cosa ha cambiado mucho, hace quince años, cuando empecé en los efectos especiales, no había nadie en Andalucía”, afirma. Hoy, apuntilla Olid, “hay especialistas andaluces trabajando desde aquí para todo el mundo”.

El técnico de efectos especiales Fidel Pérez durante su ponencia.

El técnico de efectos especiales Fidel Pérez durante su ponencia.

Fidel Pérez trabaja desde hace seis años como productor en el departamento de Publicidad de La Claqueta PC y para él, un síntoma del crecimiento de la industria en Andalucía es que cada vez resulta “más complicado encontrar técnicos disponibles, lo que es indicativo de que cada vez hay más rodajes y de que nuestros técnicos están cada vez más solicitados no solo en producciones andaluzas”.

Para el especialista en efectos visuales Israel Millán “hoy en día es prácticamente imposible concebir una película que no los tenga”. No es solo hacer naves espaciales o planetas, existe otra parte que consiste en arreglar aspectos que no se controlan en el rodaje: “cables de especialistas, los famosos cromas, un micro que se cuela en plano, transformar unos sitios en otros”, comenta Millán. “En El hombre de las mil caras convertimos una estación de tren de la sierra de Madrid rodada en verano, en una estación de tren nevada en Alemania”.

José Francisco Ortuño. durante la XVI edición de los Cursos de Verano de la UPO.

José Francisco Ortuño. durante la XVI edición de los Cursos de Verano de la UPO.

En los últimos años, el trabajo de Millán se ha desarrollado en dos vertientes, como supervisor y artista de efectos visuales y como colorista. “En efectos visuales, cuando superviso me encargo de ir al set y tratar de que los planos se graben en las mejores condiciones posibles para que no haya problemas al añadirle los efectos”, explica.

“Como colorista hay una parte técnica que consiste en igualar los planos de una misma secuencia (a veces hay saltos de luz) y el tono general de la película”, aclara. “También hay un componente artístico porque es el este proceso en el que se le da el aspecto final que tiene el material cuando lo vemos en la gran pantalla”.

 

Dificultades para progresar en los efectos especiales desde Andalucía

Respecto a las posibilidades de trabajar en efectos visuales desde Andalucía para Millán se trata de una profesión en la que “estás en constante formación, en la que tienes que trabajar con máquinas caras y si eres freelance necesitas tener un equipo propio y no está especialmente bien remunerada”.

David Chamizo. durante su intervención en los Cursos de Verano de la UPO.

David Chamizo. durante su intervención en los Cursos de Verano de la UPO.

En este sentido, el especialista reivindica una mayor sensibilización entre los productores para que comprendan que esta profesión “exige una cualificacion permanente y una especialización que tiene un valor”. Una situación que para Millán genera que profesionales de determinado nivel huyan de Andalucía hacia Madrid, Inglaterra o Canadá, “donde está muy bien valorado tanto el trabajo como el aporte a la producción”, aclara. “Lo que más comentan los compañeros que trabajan fuera no es tanto el dinero, que puedes cobrar en una semana lo que aquí en un mes, sino el respeto por el artista en los grandes estudios”.

En este sentido, Millán alerta de que el sector audiovisual, que no considera industria precisamente por “lo intermitente y temporal” de la profesión, “tiene mucho que mejorar y corregir si quiere frenar el éxodo de técnicos”.

En las jornadas participaron el técnico de efectos especiales Fidel Pérez, los supervisores de efectos visuales Israel Millán y Manuel Rico o las maquilladoras Marina Barneto o Mamen Peinado. No obstante, también participaron directores como José Francisco Ortuño y David Chamizo, y los productores Olmo Figueredo y Kike Mesa, que explicaron que buscan ellos desde su perspectiva y cómo trabajan con los especialistas en efectos visuales, según comenta el director del curso, Miguel Olid.


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.