Los premiados documentalistas malagueños Manuel Jiménez Núñez y David Muñoz aportan dos de las propuestas más interesantes de una Sección Oficial de Cortometrajes que promete un gran nivel. Predominan el registro observacional y el autobiográfico, pero hay películas para todos los gustos.

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6 Sep 2017
Juan Antonio Bermúdez
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Tras repasar largos y mediometrajes, completamos nuestro acercamiento a la Sección Oficial de Alcances con una panorámica de los dieciocho cortometrajes que competirán del 15 al 22 de septiembre por la prestigiosa Caracola del Festival gaditano.

1964 (Gonzalo Amigo, 2017)

El punto de partida se revela en un sencillo rótulo: “El día de la comunión de mi hermano pequeño mi madre dijo a mi padre que ya no quería estar con él”. El vídeo doméstico será aquí el registro perfecto para reconstruir ese arranque y documentar sus indicios.

 

Andrekale (Alaitz Arenzana y María Ibarretxe, 2017)

En Hernani (País Vasco), la llamada Andrekale (o Calle de las Mujeres) esconde un origen mitológico, una leyenda protagonizada por tres personajes femeninos sobre la que reflexionan aquí Alaitz Arenzana y María Ibarretxe (Sra. Polaroiska cuando trabajan juntas).

 

Área de descanso (Colectivo Hola Cariño, 2017)

La geografía física y humana del no lugar por excelencia, del limbo en el que los camioneros reposan sus centenares de kilómetros, centra esta obra surgida en el marco del prestigioso Máster en Teoría y Práctica del Documental Creativo de la UAB, allí donde la observación de la rutina da lugar incluso a la comedia.

 

Colmenas (Iskander García e Íñigo Jiménez)

García y Jiménez ponen en contexto un taller impartido por el director Juanmi Rodríguez a personas que viven o han vivido en la calle: el cine como máxima herramienta de expresión inmediata para darle voz a los sin voz y conocer, mediante un mosaico de miradas, las visiones que la ciudad, esa colmena, se niega a menudo a sí misma.

 

Conversaciones ajenas (Manuel Jiménez Núñez, 2017)

Fiel a su versátil estilo observacional, el malagueño Manuel Jiménez Núñez estrena en Alcances estas conversaciones “robadas” alrededor de un café que componen un retrato social sencillo y a la vez complejo, liviano y grave como los propios temas que van abriendo en los ojos y los oídos del espectador su dimensión más “cotilla”.

 

Dies de festa (Clara Martínez Malagelada, 2017)

“Voy cada verano al pueblo de mi infancia, Sitges, a trabajar como estatua viviente. Allí, en el paseo, vestida de Mary Poppins, veo a mi familia pasar. Son Fiestas Mayores. Hace años que no hablo con ellos”. Magistral obra literaria en dos líneas, la sinopsis anticipa muy bien lo que encontraremos, de la mano de Martínez Malagelada, caminando sin pudor por los callejones familiares de esta historia tan íntima.

 

El becerro pintado (David Pantaléon, 2017)

Pieza integrada en un tríptico que el canario David Pantaleón creó por iniciativa del Museo y Parque Arqueológico de Cueva Pintada, en Gáldar, con la intención de reflexionar sobre la identidad y la memoria, conectadas aquí con el símbolo bíblico del Becerro de Oro.

 

El mundanal ruido (David Muñoz, 2017)

El ejercicio antropológico en busca de las huellas de los verdiales, reliquia músico-festiva de las comarcas serranas de Málaga, crece aquí hacia un hermosísimo relato metacinematográfico, convirtiendo al objeto investigado en sujeto activo de la propia investigación, en la senda inequívoca del Cinéma Vérité.

 

Gure Hormek / Nuestras paredes (María Elorza y Maider Fernández, 2016)

Elorza y Fernández (autoras del colectivo artístico Las chicas de Pasaik) obtuvieron el Premio al Mejor Guion en el reputado festival L’Alternativa con esta pieza a medio camino entre el vídeo experimental y el documental de testimonio que homenajea a mujeres de distintas generaciones, “a quienes queremos”, según la dedicatoria inicial de las autoras.

 

Hombre negro sin identificar (Javier Extremera, 2017)

Adoum, inmigrante que espera en el Centro de Estancia Temporal de Ceuta su traslado a la península, intenta averiguar qué ha pasado con dos compañeros suyos que perdieron la vida al intentar cruzar la frontera. Las nubes de ese territorio de transición y duelo cubren este duro documento que revela una realidad tan cercana como oculta.

 

Homes (Diana Toucedo, 2016)

Mujeres enmarcadas, encerradas tras sus propias ventanas que las convierten en espectros de algo que ya no son. Mujeres que esperan mientras desarrollan ante la cámara la rutina de sus faenas domésticas, en un discurso conceptual pero también político, que explicita la propia imagen de la mujer y sus roles en la sociedad patriarcal.

 

Lunch Time (Irene Bartolomé, 2017)

El Cairo fluye ante la cámara de Bartolomé fragmentario, casi espasmódico, por el ir y venir constante de sus habitantes pero también por los continuos filtros y obstáculos con los que la policía ha vuelto a tomar el control algunos años después de la revolución que comenzó en ya la mítica Plaza Tahrir.

 

No jungle! (Carmen Menéndez, 2016)

La asturiana Menéndez ha debutado en la dirección con este incisivo documento que denuncia las condiciones de vida de los refugiados sirios que sobreviven en el campamento improvisado de Calais, al norte de Francia, considerado el mayor asentamiento de refugiados de Europa.

 

Rapa das bestas (Jaione Camborda, 2016)

Como nos anticipa el título, la cámara de Camborda se fija en esta tradición ancestral del noroeste español, manteniendo la épica de la lucha entre naturaleza y civilización desde una medida distancia artística otorgada por el Super 8 y el blanco y negro.

 

Revelar (Ana Elena Tejera, 2017)

Las voces en off y la inconfundible textura de la fotografía analógica vehiculan aquí la inestable cotidianeidad de algunos inmigrantes pertenecientes al Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes de Barcelona. La cámara se convierte para ellos en una defensa, un asidero desde el que contar y contarse.

 

Sin título. Segundo movimiento (Ricardo Perea y Julio Lamaña, 2016)

En la banda sonora, la voz de los vivos recordando a sus muertos sin drama, sin exageración dramática, con la ambivalencia de la vida, esa tragicomedia. Y en las imágenes los espacios de la eternidad, los cementerios y su fachada más física, también más viva si cupiese aquí el adjetivo.

 

Sub terrae (Nayra Sanz, 2017)

El hallazgo de un lugar de terrible magnetismo impulsó la grabación de esta pieza de Nayra Sanz, que gira en torno a la representación de los espacios del horror, a la idea del infierno en este mundo, vinculada con la amplia tradición cultural que declara la autora, de Dante a El Bosco.

 

The fourth Kingdom (Adán Aliaga y Álex Lora, 2016)

La cámara de Aliaga y Lora bascula entre el realismo decadente y la magia un espacio casi irreal, un almacén de reciclaje de plástico en Nueva York que da trabajo a personas necesitadas y les permite cumplir, a su escala, su “sueño americano”.


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