Cruz Delgado, creador de clásicos de la animación española como ‘Los Trotamúsicos’ y ‘Don Quijote de la Mancha’ ha recibido este fin de semana un homenaje en el Festival de Huelva. Y hemos charlado con él

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18 Nov 2019
Alejandro Ávila
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“Lo único que he tratado de hacer yo son dibujos simpáticos, alegres y divertidos”. La personalidad de Cruz Delgado parece proyectarse sobre esos personajes que animaron las tardes de varias generaciones de niños españoles. Delgado fue un pionero.

Firmó series de animación para Televisión Española durante varias décadas como Molécula, Don Quijote de la Mancha o el que es, quizás, su mayor éxito: Los Trotamúsicos. La llegada de las televisiones privada supuso el fin de un modelo de producción artesanal y concentrado, en el que la cadena pública creaba sus propias series de animación familiar.

Este fin de semana ha sido homenajeado en el Festival de Huelva, acompañado por su familia, el cariño de los niños de los 80 y los 90 y una incansable capacidad de trabajo, que siguen generando productos como el libro De Don Quijote a Los Trotamúsicos o una edición en DVD con la serie completa de Burlón, Koki, Tonto y Lupo. Sí, Los Trotamúsicos.

¿Cómo se le ocurrió en los años 60 de aquella España gris dedicarse a la luminosa y multicolor tarea de la animación?

Yo tenía muchos colores, no tenía problemas de gris, aunque la primera serie para TVE fue en blanco y negro. Rodar en color era más caro. Me habría encantado que estuviera en color, porque en televisión rechazan hoy en día todo lo que es en blanco y negro, tanto animación como grandes clásicos.

¿Cómo fueron aquellos primeros pasos?

Aquellos años fueron complicados, porque los medios que se tenían no son los de hoy en día. El dibujo animado era todo artesanal, había que calcarla sobre planchas y luego darle color. Además, había problemas para encontrar ciertos productos, como el acetato, de modo que había que recuperar planchas de radiografías y limpiarlas con acetona. Ahora, en cambio, se escanea la animación y se colorea por ordenador.

“Lo único que he tratado de hacer yo son dibujos simpáticos, alegres y divertidos”

¿Hay una conexión natural entre el cómic y la animación?

Donde termina la historieta, empieza el storyboard. En la historieta haces una planificación de acuerdo al story, pero cuando haces la película, tienes en cuenta movimiento de cámara, planos, trucos. Es decir, tienes que tener en cuenta que estás manejando una cámara. Molécula fue la primera serie de TVE de animación, pero el personaje ya había comenzado como historieta en la revista Ama. Cuando se lo ofrecí a tve, ya era conocido. Me lo aceptaron para hacer 13 episodios. Tuve que buscar una voz para los personajes y así comenzó a cobrar vida propia.

Molécula sigue conservando buen aspecto, a pesar de que ha pasado más de medio siglo…

Estuvimos durante nueve años dando clases en la ECAM y un estudiante de los años 80 me dijo que Molécula tenía un estilo muy actual. Hice una simplificación de un personaje muy inquieto, rubio, con gafas, al que no se le ven nunca los ojos Un correaventuras. Tuvo éxito, pero luego TVE no quiso continuar. Era un programa que se presentaba los domingos por Manuel Vicenta.

¿Cuáles son sus referentes cinematográficos y literarios?

Los cuentos clásicos de la literatura infantil, historietas para hacerla en dibujos animados y los clásicos como Don Quijote de la Mancha. Andersen o Cervantes. Era cine familiar, no un cine exclusivo para niños o mayores. La música tenía mucha importancia, todas las películas llevan.

Fue en los albores de los años 80 cuando llegó quizás uno de sus mayores éxitos: Don Quijote de la Mancha. ¿Cómo surgió?

Desde hacía muchos años tenía el proeycto de hacer un largometraje. Conocí al productor, José Romagosa, que trajo a España la serie de Heidi, que fue un gran éxito en TVE. Le presenté el proyecto del largo, pero me dijo que lo que quería una serie. Llegamos a un acuerdo y se presentó un proyecto para hacer toda la obra en 39 episodios. Las negociaciones duraron mucho y, por fin, se aceptó. Se emitió en 79 y terminó en el 81.

Diez años después marcaría un nuevo hito con Los 4 músicos de Bremen. ¿Cómo fue ganar aquel Goya?

El primer Goya que se dio a una película de animación, basado en el cuento de los hermanos Grimm. De ahí partió la idea de hacer nuevas aventuras de estos 4 personajes de 26 episodios.

“Con Los Trotamúsicos buscábamos música y diversión. Era puro entretenimiento”

¿Y cómo surgió aquella serie que algunos conservamos tan viva en nuestra retina como Los Trotamúsicos?

Se pasó unas 18 veces. Lo viví como una cosa muy interesante, llevaba muchas canciones, música de Manuel Pacho, que era un músico muy actual de aquella época. Las aventuras estaban hechas por diferentes guionistas.

¿Cuál crees que fue el secreto de su éxito?

Eran unos personajes muy divertidos, que se habían conocido a través de Los 4 músicos de Bremen, que es el cuento más corto de los hermanos Grimm, página y media. Me tuve que inventar muchas cosas y la verdad es que el hecho de que fueran los 4 músicos de Bremen venía muy bien para formar un conjunto tipo The Beatles, con trompeta, saxo, guitarra y batería. Procuramos que fuera muy actual. Buscábamos música y diversión. Era puro entretenimiento.

Otra de las claves eran los malvados antagonistas.

Había tres ladrones. Me basé en la caricatura de un actor americano muy conocido para dibujar al chiquitín. Luego estaba un bestia y otro al que se le ocurrían las ideas que fracasaban. Creo que TVE la podría haber emitido otra vez, porque a los niños de hoy en día les gustaría, aunque la animación actual sea más escueta, tanto en animación, como en historia. Ha cambiado todo.

¿Hacia dónde se orienta la animación actual?

Ahora es muy simplificada. Se desarrolla mucho el feísmo, con personajes feos, incluso desagradables. No se busca que sean simpáticos. Son las modas…

¿Te habría gustado disponer de las herramientas de los animadores actuales?

Claro, como no. No es lo mismo pintarlo dibujo a dibujo con un pincel, que hacer el escaneado y el movimiento de cámara con ordenador. Aquello no llegó hasta hasta mitad de los 90. Lo nuestro era manual, artesanía pura. Lo de ahora es diferente: es bueno, pero es diferente.

¿Qué le recomendarías a los jóvenes que se quieran dedicar hoy en día a la animación?

Lo único que he tratado de hacer yo son dibujos simpáticos, alegres y divertidos. A la animación hay que darle encanto. La magia solo puede darla el ser humano, no una máquina, que tiene unos límites: el estilo, la sensibilidad, la magia…


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